COMUNIDAD DE BUENA NUEVA.RCCE

COMUNIDAD DE BUENA NUEVA.RCCE

Generador LED para MySpace - Joombly

Vistas de página en total

jueves, 30 de agosto de 2012

"Oración y predicación expóntanea, Comunidad de Buena Nueva"




          COMO CADA AÑO, EN EL MES DE JULIO Y AGOSTO, EL PADRE CARLOS SIERRA SIEMBRA LA SEMILLA DE LA PALABRA DE DIOS ENTRE NOSOTROS. GRACIAS PADRE POR SU SERVICIO A LA COMUNIDAD, A LA NUESTRA Y A LA DE OTRAS COMUNIDADES QUE SE BENEFICIAN DE SU LABOR CALLADA Y ENTREGADA

martes, 21 de agosto de 2012






COMO RECIBIR LA CORRECCIÓN FRATERNA
Juan Manuel MARTÍN-MORENO, S.J.

Pablo hizo una corrección pública a Pedro, Jefe de la Iglesia, que fue decisiva para la primera comunidad.
Para ratificar la valentía de ese amor, a la Iglesia le gusta presentarlos juntos. Son todo un ejemplo a la hora de hacer y recibir la corrección fraterna.
Ante Pedro y Pablo hay que quitarse el sombrero.
Hay sólo una cosa tan difícil como el corregir, y es precisamente el ser corregido. A nadie le agrada verse cogido en una falta o en un escorzo desfavorable. Nos gusta salir bien en las fotografías, y si descubrimos una foto en la que hemos salido mal, enseguida queremos destruirla. ¡Cuidamos tanto nuestra imagen!
Sin embargo, la palabra de Dios nos estimula continuamente a desear que los hermanos nos corrijan. En los libros sapienciales ésta es precisamente una de las señales más claras de la sabiduría humana y la que distingue al sabio del necio. «El que ama la instrucción ama la ciencia, el que odia la reprensión es un necio» (Prov. 12,1). «El que odia la corrección perecerá» (Prov. 15,10). «Quien desatiende la corrección se desprecia a sí mismo» (Prov. 15,32).
Todos comprendemos bien en el ámbito racional la necesidad de ser corregidos. ¿A quién no le gustaría que le avisasen si lleva desabrochado el pantalón, o si se ha puesto los calcetines de distinto color? Sin embargo, esto que vemos tan claro en los demás se oscurece cuando se meten por medio nuestras inseguridades, nuestros complejos y sentimientos negativos.
Cualquier crítica, por mínima que sea, la percibimos como un ataque, una condenación global de nuestra persona. Sólo los hombres muy maduros saben enfrentarse a la crítica de una manera objetiva, sin permitir que se mezclen los sentimientos de ese niño herido e inseguro que llevamos dentro.
La sociedad consumista en la que vivimos nos acostumbra a pensar que cualquier artículo deteriorado ya no sirve para nada. El instinto consumista me hace temer que cualquier defecto que encuentre en mí mismo me hace rechazable para los demás. Por eso no quiero reconocer mis defectos.
La persona madura, en vez de esta mirada consumista, tiene la mirada del arqueólogo. Cuando un arqueólogo encuentra en sus excavaciones un ánfora griega, no le importa que esté desportillado o que le falte el asa. Sabe apreciar plenamente su valor: los defectos de la pieza hallada no le impiden reconocer su belleza. A la Venus de Milo le faltan nada menos que los brazos y sigue siendo la escultura más preciada de todo el museo del Louvre.
Si tuviésemos la mirada del arqueólogo en lugar de la mirada consumista, estaríamos mejor dispuestos a reconocer nuestros defectos. No consideraríamos una amenaza la crítica que nos dirigen las personas que nos aman y nos valoran y además quieren ayudarnos. Estaríamos más dispuestos a reconocer nuestras limitaciones si estuviésemos seguros del amor de los demás, y de su aprecio fiel y permanente.
Aceptamos la crítica sólo de aquellos por quienes nos sentimos muy amados. La mayoría de las personas viven a la defensiva, embrollados en sus propios autoengaños, con una imagen equivocada sobre el propio yo. Nos da miedo la verdad.
Derribar nuestras defensas, abrirnos a la luz, descubrir la verdad sobre uno mismo es el camino de la madurez y de la verdadera libertad. Sólo «es la verdad la que nos hace libres» (Jn 8,32).
Un personaje que aparece continuamente en la Biblia es el «necio». Frente a la sabiduría se alza la necedad de los hombres. Esta necedad se atribuye muchas veces a la arrogancia. Para mí en el fondo de la arrogancia y de la vanidad no hay más que inseguridad. Los que están seguros de sí mismos no tienen miedo de reconocer sus defectos y evaluarse a sí mismos objetivamente. Son sólo los inseguros, los que no conocen sus verdaderos valores, los que viven mentiras sistemáticas y pretenden ser lo que no son. Quien conoce sus propios valores no necesita que los demás se los reconozcan: no va por ahí mendigando elogios, ni le importan las críticas. En el fondo de toda persona vanidosa hay un pobre niño inseguro que suplica caricias, palabras de reconocimiento, masajes cardíacos.
Por eso les da miedo cuando se les enfrenta con sus defectos. Piensan que es el comienzo del fin. Y sacan a relucir todos sus mecanismos de defensa y su agresividad hacia afuera, que es la violencia, y su agresividad hacia dentro, que es la depresión. El «necio» odia la reprensión, desatiende la instrucción. «No reprendas al arrogante porque te aborrecerá. Reprende al sabio y te amará» (Prov. 9,8).
En cambio, el sabio valora la reprensión cuando se le hace con amor. «Anillo de oro o collar de oro fino la reprensión sabia en un oído atento» (Prov. 25,12). Agradecemos profundamente la ayuda de las personas que nos quieren ayudar a ser mejores.
Los textos del Nuevo Testamento nos animan a valorar a los dirigentes que amonestan a la comunidad y a valorar lo ingrato de su tarea. "Tened en consideración a los que trabajan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan. Tenedles en la mayor estima por su labor» (1 Tes 5, I). La carta a los Hebreos añade con una cierta ironía: "Someteos a vuestros dirigentes para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna» (Heb 13,17). Bastante le cuesta al otro pobre corregirte; no se lo pongas demasiado difícil.
Si una vez he llevado mal la corrección, probablemente ya no se atreverán a corregirme más y me tratarán siempre entre gasas y algodones. En realidad me debería preocupar cuando pasa el tiempo y nadie me avisa de ningún defecto. Eso sí que es un mal síntoma que debería alarmarme. <Pasan de mí», «no se interesa nadie por mi persona», «no tienen confianza conmigo», "me creen demasiado sensible y tienen miedo de herirme», "me ven incorregible»; estas y otras consideraciones parecidas son las que deberían preocuparnos cuando en una comunidad cristiana nadie nos ayuda a luchar contra nuestros defectos.
Viniendo ya al concreto de cómo hemos de recibir la corrección fraterna, nos ayudarán estas pequeñas recetas prácticas:
1. Escucha. Trata de entender lo que te dicen. No te pongas a la defensiva. No prepares tu defensa mientras el otro habla; escucha atentamente y trata de entender lo que te dice. No le interrumpas y déjale hablar hasta el final. Pregúntale si tiene algo más que decirte. "Sin haber escuchado no respondas, ni interrumpas en medio del discurso» (Eclo 11,8). "Si uno responde antes de escuchar, eso es para él necedad y confusión» (Prov. 18,13).
2. Agradece. Aun cuando no estés de acuerdo con lo que te ha dicho, dale las gracias. Agradece que se haya interesado por ti, que se haya tomado su tiempo para hablarte, que se haya pasado el sofocón de decir algo desagradable, que haya tenido confianza contigo, que te haya dicho las cosas a la cara en lugar de ir hablando a tus espaldas, que te juzgue una persona madura, capaz de aceptar la corrección, de cambiar y de enmendarse.
3. Pregunta. Si en un principio no estás de acuerdo con los hechos que te atribuyen o con la valoración que se hace de ellos, pregunta cuál es la evidencia sobre la que basan sus críticas. Pero no exijas que te den el nombre de las personas que hayan podido informar. El no debe decírtelo en ningún caso y tú no debes sonsacarle. Lo importante son los hechos y no la fuente de información.
4. Duda. Quizás tu primera reacción sea pensar que no tienen razón. El hombre humilde y prudente es consciente de la posibilidad de equivocarse, de sus autoengaños y racionalizaciones. El Apóstol nos anima a «considerar a los demás como superiores» (Flp. 2,3). Por eso, valora el juicio del hermano más que el tuyo propio y dale el beneficio de la duda.
Quizás tu primera reacción sea defensiva. «Es humano defendernos. Todos defendemos nuestro yo en grados diversos. Es casi tan automático como la acción refleja que cierra el párpado cuando algún objeto extraño se introduce en el ojo. Así, cuando nuestro yo es atacado por la crítica, nuestra reacción automática es buscar alguna manera de proteger ese yo íntimo»
5. Analiza. Después de dudar e intentar ver las razones del otro, quizás te siga pareciendo que el reproche no está justificado, que el otro está mal informado o no ha hecho una valoración correcta de los hechos o de tus intenciones.
No por eso debes reaccionar con agresividad. Trata de preguntarte las razones que ha podido tener el que te corrige.
Quizás te puede ayudar el consultar a una tercera persona imparcial que conozca bien la situación. Pero si estás verdaderamente tranquilo de que no has merecido ese reproche, quédate tranquilo.
6. Espera. Después de recibir la crítica negativa o la corrección fraterna, tómate todo el tiempo que necesites antes de decidir cuál va a ser tu reacción,
7. Ora. Pídele al Señor que te ilumine, invoca al Espíritu Santo. Abre tu corazón a esa luz que disipe tus tinieblas y te dé lucidez para conocer todos tus engaños y racionalizaciones. Pídele fortaleza en caso de que tengas que contradecir a la persona que te ha corregido mostrando que se equivoca. Pídele mansedumbre y humildad para evitar cualquier tipo de resentimiento.
8. Sé amable. Evita cualquier tipo de reacción airada de gestos o muecas de disgusto. No te salgas por la tangente con argumentos «ad hominem» diciendo cosas como: "Pues tú más» o "Si yo me pusiese a decirte a ti todo lo que haces mal... ». No pases al contraataque.
Quizás tú también tengas que ayudarle al otro a corregirse de sus defectos, pero ahora no es el momento. No desvíes tampoco la conversación hacia terceras personas diciendo: "Eso lo lacen todos, ¿por qué me lo dices sólo a mí?» 0 «Fulanito lo hace también y a él nunca le dices nada». No estamos hablando ahora de Fulanito, sino de ti. El mal de muchos es sólo consuelo de tontos. Es tu conducta la que tienes que examinar ahora y no la de los demás.
Por otra parte, aun cuando la corrección haya sido injusta, acógela con amabilidad. Si te molestas, la otra persona cogerá miedo y quizás ya no te avisará en otras ocasiones en que lo necesites de verdad. Si esta vez te han juzgado mal, vaya por todas las veces en que has actuado mal y no te han dicho nada o no se han enterado. Lo uno por lo otro.
Hay algunos también que se ponen muy agresivos cuando les señalan defectos que ellos mismos reconocen. Notaba ya san Gregorio cómo hay personas que confiesan sus faltas de buena gana, pero cuando otro se las reprende, entonces se molestan, se defienden y se excusan.

(Nuevo Pentecostés, n. Resumido del libro: "Así como nosotros perdonamos" Ediciones Paulinas)

viernes, 10 de agosto de 2012

"BIENAVENTURADOS LOS QUE ELIGEN SER POBRES"... (Mt.5.3)



"BIENAVENTURADOS LOS QUE ELIGEN SER POBRES"... (Mt.5.3)

EUSEBIO VILLANUEVA, O.C.D.

Recibimos todo de Dios: la Vida, el Pan y el ESPÍRITU. También cada uno se recibe a sí mismo de Dios. Por eso al hablar ahora de esta bienaventuranza lo hago con "temor y temblor". Su contenido es una vastedad amorosa...

Intento evitar dos extravíos. Por un lado el fraude de las apariencias, tan de nuestra sociedad. Lo que importa es aparentar; su fe es la apariencia, su religión es la apariencia, su eslogan vital es la apariencia... y pasemos a otra cosa...

Por otro lado evitar el "piadosismo", el fervor sentimental, el hacer literatura edificante sobre la Pobreza. Esto no interpelaría a nadie. No inquietaría nuestra manera de vivir, ni cuestionaría nuestras estructuras sociales injustas.

Luchar contra la POBREZA-Miseria, profundizar en la Pobreza-Espiritual, entrar libre y gozosamente en la Pobreza-Camino en el seguimiento de Jesús... He aquí una aventura en la que sólo el Espíritu de Dios puede conducirnos progresivamente... y en la medida en que nos abramos al Evangelio y a los Pobres. Es en la "montaña de las Bienaventuranzas" donde se troquela y se forja el cristiano. Y es ahí donde se nos dicen nuestras "señas de identidad cristiana".

Los estudios bíblicos y las realidades sociológicas de hoy mismo nos permiten clarificar nuestro vocabulario. Bienaventurados los que se hacen "pobres", no los que dicen o profesan. y no perderse en la confusión de haber obrado, cuando sólo se ha hablado...

A) Está la POBREZA-MlSERIA

La pobreza económica y sociológica. Esta es un mal que degrada y excomulga al hombre y ofende a Dios; le niega. Los hijos de Dios sin medios suficientes para existir y realizarse. Los sin recursos de bienes, de poder, de prestigio e inservibles, prescindidos... Transeúntes y vagabundos a quienes la pobreza los borra como personas en la sociedad... Los 60 millones de humanos que mueren de hambre anualmente en nuestro mundo, cuyo corazón todavía llora cuando se enfrían sus ojos. Los muchos más que viven de mero subsistir, sufriendo todas las crueldades de la vida. . . Los miles + miles de drogadictos que se destruyen en la marginación... Los miles + miles que vemos perdidos en el SIDA, que se desviven en desesperación... Los miles + miles de presos que se embrutecen y encanallan en nuestras prisiones... La enorme y creciente leva de mayores en pobreza de soledad que les acompaña en el misterioso camino de sus existencias... Los miles de millones de mendigos de pedir, - por-dioseros (que nos piden "por Dios")- de sanidad, de cultura, de trabajo, de pan y paz... Tantas cosas imprescindibles para el diario vivir del pobre...

Esta Bienaventuranza nos pide, ya en este primer estadio, un compromiso cristiano sin tregua de lucha para restaurar el rostro del hombre como rostro de Dios... La grandeza del hombre y de la Comunidad humana no es el "poder adquisitivo", sino su capacidad de relación, de amar y ser amado. El desarrollo de un Pueblo más fundamental no se debe calcular por su producto nacional bruto, sino por su eficacia distributiva...

No es cristiano renunciar a esta lucha distributiva fraterna con el pretexto de que no se va a conseguir nada, de que la acaparación de los bienes de todos es desbordante e incontrolable. No sirve la excusa de que las utopías sociales duran menos que pájaro en árbol seco. Este razonamiento es falso. Todo bien es agente de bien. Todo acto con amor, aunque no veamos sus resultados, está ya haciendo el bien... "Será una gota en el Océano, pero si no lo hacemos, a ese Océano le faltará una gota", nos anima Teresa de Calcuta...

B) Están los "Pobres en el Espíritu"

Es actitud fundamental del hombre abierto al proyecto de Dios. Dios es la identidad más profunda del hombre. Y el hombre no existe más que en esa relación amorosa... Por eso, ¡Bienaventurados los que eligen ser pobres! Los que se hacen desposeídos - nadatenientes, nadaposeedores - y ponen su centro de gravedad y su gozne, en Dios.

Hay un elemento capital: la ELECCION. Estos pobres, estos "pequeños" sociológicamente, HAN DECIDIDO vivir en esta situación de pobreza, de carencia... Han descubierto, en su sabiduría del corazón, que NADA llenará su vacío interior, su vida. Que nada será capaz de acallar sus frustraciones del ser y del tener...

Mateo evangelista lo sabía en su propia carne de recaudador de impuestos: la riqueza no llena definitivamente. Nada es cabal respuesta al "Hambre y Sed" humanos... Nada sacia profundamente. EL hombre siempre estará hambriento de todo lo que no harta. San Agustín nos lo recuerda desde su hambre dolorida: "Nos hiciste, Señor, para Ti e inquieto andará nuestro corazón hasta que descanse en Ti".

La causa de esta elección de la pobreza es el descubrimiento de otra dimensión de la existencia, y se despojan de la suficiencia de querer bastarse a sí mismos... Como ningún OBJETO llena su "vacío", se abren a ALGUIEN que les invada y anegue y sacie, paulatinamente: Dios, el Espíritu de Dios, su Santo Espíritu. (Un aviso: si le pedimos a Dios que nos "vacíe", El nos despojará segurísimo)... Y ese "vacío" atrae el "relleno" de DIOS: su presencia permanente, su Dulce Huésped del alma... Se establece una corriente de ocupación de toma de posesión por ese Espíritu... Al quedarse sin "nada", Dios se le constituye en su TODO. Y comienzan las "visitaciones" de Dios en experiencias profundas que nos van haciendo disponibles. Pasando del "Señor, ¿qué quieres que haga? al Señor, ¿qué quieres hacer a través de mí?" Dejando a Dios ser Dios como Él quiere ser y estar en nuestras vidas...

Francisco de Asís al alba de su conversión, de su despojo, en la plaza pública se queda desnudo, -pobre- ante su padre Bernardone. Pobre, desnudo: de filiación, de apellido, de destino, de casa y de bienes, de sí mismo y de sentido de vida... Libre, sólo entonces puede exclamar: "desde ahora diré siempre Padre nuestro, que estás en los cielos". Esta pobreza es oferta de Libertad... Sólo el que tiene un corazón de pobre puede abrirse a la riqueza de Dios, a los DONES del Espíritu.

En realidad Dios está siempre en el centro de nuestra vida. Es la raíz primera y creadora de nuestro ser y de nuestra identidad. Y, cuando todos los revestimientos caen, aparece Dios debajo, al desnudo. Al desprenderse de todo, Dios aparece como el TODO BIEN, SUMO BIEN, como nos lo presentó Francisco de Asís.

También ocurre con nuestras pobres y frágiles seguridades. Al caerse los andamios y reaseguros, Dios se constituye en soporte y piedra angular. Dios es nuestra "roca" y seguridad. Por eso SOLO los Pobres POSEEN a Dios. Y "DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS", nos asegura esta Bienaventuranza Primera. En presente de indicativo, contrariamente a las otras bienaventuranzas, que lo aseguran en un futuro.

Nuestros caminos son cortos, desalentados, tristes. Porque andamos a medias con Dios. Nos falta la generosidad del Espíritu. Y nuestras "conversiones" en pobreza, recomienzan a impulsos desiguales.

El "pobre en el "Espíritu" no se siente dueño de ningún don. Sólo dispensador y manos distribuidoras del Padre para el compartir fraterno. Como deudor de la Comunidad Humana que es.

Los bienes acaparados son la asfixia de la madurez cristiana y los otros dejan de existir para él (Lc. 16,19-22). Cada uno venimos del Padre: El nos ha sacado de su Corazón. Y el corazón es lo más central de la persona. El Dios que te DA y el Dios que te pide...

C) Está la POBREZA-CAMINO de Seguimiento

Pobreza-Camino como itinerario privilegiado para seguir a Jesús, el Cristo. Y seguir a Jesús es CONFORMARSE con El, - no el mismo molde, sino el mismo seno creador del Padre, y por ello entrar en el camino de "Encarnación" de Belén-Galilea-Jerusalén y de la pobreza, del darse y repartirse.

Esta bienaventuranza NACE del Cristo que, "despojándose de su grandeza de Dios", se hace "Hijo del Hombre", de nuestras dependencias, limitaciones y pobrezas naturales y adquiridas... (Cta. Filip. 2,6-8). Ésta será una de las fuerzas claves de la vida y carisma de Francisco de Asís. Y de ese lado del camino del Dios-Pobre le llegarán todas las "visitaciones" de su Señor... Y Francisco siguiendo a Jesús se hace "encarnación". Y Jesús, pobre y crucificado, será la Gran Palabra - que no admite glosa- de toda la vida de Francisco, hasta el abrazo franciscano con Cristo que todo lo hermana. Francisco se situará siempre en la zona de los pobres, los leprosos, los pequeños Sociológicamente, los menores, los sin poder, ni tener, ni saber. Francisco VE a Jesús en cada uno de ellos. Los otros SON Jesús en persona... El que tiende la mano buscando calor de hermano y el que arrastra los pies por los caminos peregrino de lo absoluto... Allí donde un hermano respire mal, para Francisco, Dios se está ahogando. Identificación afectiva y efectiva con Jesús-Pobre, es su camino de seguimiento. Francisco no es un teórico, ni quiso serlo.

Nosotros, los de la fe clara, acostumbramos buscar a Dios "dentro", en nosotros y en los "ritos" y en la Iglesia... Pero Dios de entrada se hace "fuera", se hace ellos y nos llama a "salir" para encontrarlo: tuve hambre. . . tuve sed. . . estaba enfermo, preso... (Mt. 25,31 ss.). Francisco contempló toda su vida admirando el rostro de Dios hecho Jesús y revelado en Él. Lo "vio" nacer bebé, cría humana débil, pobre de nuestras pobrezas, perdido en el anonimato y acontecimientos humanos de las familias desplazadas. Lo "vio " vivir como pobre en el Nazaret y Galilea de todas las periferias; como peregrino de nuestros caminos pobres. Lo "vio" comprometido, participativo, entregado hasta una muerte de maldición política y religiosa. Entrando y saliendo de este nuestro mundo como un marginal de todos los tiempos. Con su Primera Noche en una cueva y su última Noche en una cárcel de guardia... Y en medio, ¡tantas noches de Amor y de vela!

Este Camino de Pobreza y Seguimiento de Jesús no es simplemente la decisión de unirse, de "echar su suerte con los pobres de la tierra". Ni es únicamente una "opción por los pobres". Ni crítica de ningún sistema determinado de sociedad. Tampoco es una ascética monacal de purificación. Jesús no propuso el camino de Juan Bautista. Para Jesús todo sale y regresa a Dios. Y Dios es, Dios consiste, en AMOR. Y el Camino de Jesús es Amor que se da. No tenemos otra manera de seguir a Jesús: "Como mi Padre me envió así os envío YO" (Jn. 20;21).

Esta Pobreza Evangélica es un DON del Espíritu: el don de Amor, que exige CON-FORMARSE al Amado. Prescindiendo de todo lo que no es Él. Nace y vive del Amor. Entra y se engloba en la "Vida Mística": Unión con Dios...

jueves, 9 de agosto de 2012

"BIENAVENTURAI)OS LOS MANSOS PORQUE ELLOS HEREDARAN LA TIERRA "... (Mt.5.5)

"BIENAVENTURAI)OS LOS MANSOS PORQUE ELLOS HEREDARAN LA TIERRA "... (Mt.5.5)

ALEJANDRO BALBÁS SINOBAS

I. BIENAVENTURADOS LOS MANSOS. Es muy semejante a la primera bendición: Bienaventurados los pobres, por derivarse de la misma palabra anawim en hebreo. Sin embargo, en griego y bíblicamente, saltando la connotación social que entrañaría la palabra pobre, resalta la disposición espiritual, el valor moral, la mansedumbre.

Los mansos en el Salmo 37

Los exégetas parecen encontrar una referencia clara de esta Bienaventuranza con el Salmo 37. A lo largo de su lectura serían mansos los que no se acaloran y viven en calma ante Yahveh, los que abandonan el enojo ante los malvados. Por otra parte, son llamados y tenidos por justos y son pacientes, no ambiciosos, rectos en sus intenciones. Los justos -mansos- hablan con sabiduría porque la ley de su Dios está en su corazón y no vacilarán. Estos serán los mansos que poseerán la tierra y gozarán de inmensa paz y habitarán en ella para siempre.

Jesús manso en San Mateo

San Mateo aplica a Jesús la mansedumbre en su entrada mesiánica en Jerusalén en cumplimiento de la profecía de Zacarías: justo y vencedor, manso y montado en un asno (Cf.Za 9,9; Mt 21,4-5). Cristo es rey lleno de mansedumbre, muy distinto a los reyes de la tierra llenos de poder y violencia.

Así mismo, Mateo en 11, 28- 30 presenta a Cristo ofreciéndose como descanso, alivio y fortaleza precisamente porque es "manso y humilde de corazón". Es buena contraposición a los rabinos que imponían las cargas pesadas de las obligaciones con gran severidad. "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que, soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera".

Nos encontramos ante un Cristo acogedor, manso, humilde de verdad, suave, dulce, en quien se puede confiar. Es el verdadero maestro que no solamente enseña sino que abre su intimidad a todo el que quiera ser su discípulo.

"Aprende de mí".

Cristo necesita discípulos, abriéndoles primero su corazón para que se identifiquen íntimamente con él. "Lo que más me ha impresionado es que Cristo necesita de mí", oía en un testimonio. El corazón especifica y refleja al verdadero discípulo que ha de latir y mostrarse como su maestro. La mansedumbre en sus facetas de humildad, de sencillez, de suavidad, de paciencia adentra al discípulo en el verdadero espíritu evangélico de Jesucristo, haciéndole además dichoso, feliz. ¿Quién, pues, no está llamado o no quiere ser feliz? A sus discípulos mansos y humildes, Jesús les justificará, les comunicará su sabiduría, les hará partícipes de sus poderes, les dará las palabras que en su nombre deberán hablar.

Ahora bien, ser mansos y humildes de corazón no quiere decir ser cobardes, pusilánimes, sin carácter, resignados con actitud fatalista y de paganos, sin entender el sentido cristiano de la vida y de la cruz de Cristo en circunstancias difíciles.

Jesús, el manso y humilde de corazón, se mostró fuerte contra la hipocresía de los escribas y fariseos: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas..." (Cf. Mt 23). Igualmente contra la profanación del templo: "Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo... "(Mt 21, 12...), ante el Sanedrín: "Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?" (Jn 18,23), e incluso para perdonar a sus enemigos: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34).

En otras ocasiones mansedumbre y fortaleza no se contraponen sino que se necesitan. Precisamente para ser verdadero manso a veces se necesita la fortaleza de saber soportar injusticias, calumnias, menosprecios, marginación, risas socarronas. Para todo esto se necesita ser mansamente fuertes, estar muy unidos á Cristo que supo vivir así y pudo decir: "el Reino de Dios sufre violencia" (Mt 11,12). En este caso hemos de recordar al discípulo San Pablo: "cuando estoy débil, entonces es cuando estoy fuerte" (2 Cor 12, 10). Es que habitaba en él la fuerza de Cristo.

La mansedumbre como fruto del Espíritu.

"En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí" (Cal 5,22). Se deduce con toda claridad que la mansedumbre se desprende de la acción del Espíritu Santo. Qué bueno será preguntarse por el Espíritu Santo, cuando falta la mansedumbre. Qué importante es ser bien "bautizado" en el Espíritu Santo y su renovación permanente, ya que nada es mágico ni siempre instantáneo.

San Pablo nos habla del fruto, no de los frutos. Lo cual está indicando el cortejo de virtudes unidas en relación y complementariedad que alumbran el nuevo hombre en Cristo por la efusión del Espíritu Santo con nuestro sí decidido y generoso.

2. HEREDARÁN LA TIERRA. Jesús promete a los mansos la dicha completa porque poseerán la tierra. El salmo 37, comentado anteriormente, ya decía: "Los mansos poseerán la tierra" (v.11). Aquí se refiere a la Tierra Prometida, como se le prometió a Abrahán, y el pueblo de Israel caminó tras ella por el desierto a la tierra de Canaán. Tampoco se trata de la conquista de la tierra moral de la mansedumbre, de la dulzura, de la humildad, que sin duda alguna traen felicidad y aun éxitos.

El Reino de los Cielos.

Al igual que en el resto de las Bienaventuranzas se trata del Reino de los Cielos. Los mansos gozan ya del Reino de Dios, que hace presente Jesús, y en vigilante espera del Reino definitivo de los Cielos con la vida eterna: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino, preparado para vosotros desde la creación del mundo" (Mt 25, 34). Es un Reino en herencia.

La tierra de los hijos de Dios.

Heredar es propio de los hijos. Llegar a tomar posesión de la herencia divina corresponde a la condición de hijos de Dios. "En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados" (Rom 8, 14-17). Hay una relación muy estrecha entre filiación y herencia. Las promesas de Dios recaen como herencia enriquecedora sobre sus hijos.

Los hijos por su parte son quienes ponen toda su confianza en Dios Padre y son precisamente los mansos los que se abandonan plenamente en Dios. Esta Bienaventuranza confirma el Salmo 73 donde la insistencia en la confianza es manifiesta. "Ten confianza en Yahveh y obra el bien" (v.3). "Pon tu suerte en Yahveh, confía en él, que él obrará" (v.5). "Espera en Yahveh y guarda su camino" (v.34).

Vivir el cristiano esta confianza le da paz interior y le mantiene sereno en el saber esperar porque Dios ayuda, libera y salva a los que a él se acogen. Es el "yo os aliviaré" del manso y fuerte Jesús o el "todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Filp 4,13).

Peregrinos del Reino de los Cielos.

Nos encontramos también con el sentido escatológico de esta Bienaventuranza. Es lo que dice San Pablo: "Pero nosotros somos ciudadanos del Cielo..." (Filp 3,20). Y el autor de la carta a los Hebreos nos afirma que "no tenemos aquí abajo ciudad permanente sino que buscamos la futura" (Heb 13,14) . Somos caminantes-peregrinos en esta vida. Mas, la esperanza cristiana ha de ser activa, de lucha y de adquisiciones. "Queridos, os exhorto como peregrinos y forasteros que os abstengáis de las apetencias carnales que combaten contra el alma" (1 Pe 2, 11 ) . La mansedumbre y demás virtudes afines son una vida nueva en germen o en desarrollo que va exigiendo cada vez más perfección hasta alcanzar la plenitud de la fe en Cristo.

La vida del peregrino consiste en saberse mantener en pie. Sin embargo, puede ser fuerte la tentación de descansar demasiado e incluso de instalarse. El Espíritu Santo de Dios despierta, desinstala, al mantenernos en constante caminar y zarandearnos con una transformación interior y darnos fuerza para un compromiso exterior. El Espíritu Santo siempre está empujando cual viento impetuoso o llameando como fuego ardiente. Lo que necesitamos es que seamos dóciles a las inspiraciones del Espíritu. Que seamos fuertes para ser mansos.



miércoles, 1 de agosto de 2012

"BIENAVENTURADOS LOS QUE SUFREN y LLORAN" ... (Mt. 5.5)


"BIENAVENTURADOS LOS QUE SUFREN y LLORAN" ... (Mt. 5.5)

CHELO LOSADA

Voy a deciros unas sencillas reflexiones desde la experiencia del dolor y del sufrimiento propios, en mi cuerpo y en mi espíritu.

En mi cuerpo soy casi una enferma crónica. El haber pasado diez veces por el quirófano y el tener un tumor en la columna me da la experiencia de mi incapacidad y mis limitaciones. Conozco también las incomprensiones, los desprecios, las burlas, las mentiras y hasta las calumnias. Y por todo alabo al Señor.

La Renovación Carismática, que conocí hace dieciocho años, me ha dado -a través del ministerio de intercesión- la gracia de conocer y experimentar en el corazón el dolor de los demás.

Mi primera reflexión es:

Aprended a ver todo lo que ocurre a vuestro alrededor, no sólo lo malo, sino lo hermoso y lindo que existe en la vida.

Aprended a oír y descubriréis, también, sonidos armónicos que se contraponen a los que producen las guerras y odios.

Hablo para los que tenéis fe, pero a lo mejor llega también a algunos que viven en "crisis", que no creen en nada y dudan de todo.

Hay algo que aterra casi siempre y es la muerte. He visto a toda una familia hundida por la muerte de un ser querido: llanto sin cesar, angustias, desesperación, y... hasta, a veces, el deseo de suicidio.

He visto la muerte de un joven y toda su familia seguir viviendo y trabajando, luchando, porque al que se fue le hubiera gustado verlos así. Un mismo hecho produce situaciones contradictorias. Decidíos por ser valientes y animosos. No deis nunca paso a la desesperación.

Una segunda reflexión.

No llores ni te aflijas por penas que pasan. Todo en esta vida pasa. Nuestra vida tiene un fin. Acabamos aquí para empezar allá, en el lugar de la justicia, de la paz y de la eterna felicidad. No temas las injusticias de los hombres, las guerras, las desgracias... TODO PASA. Si esperas el BIEN TOTAL sufrirás aquí de otro modo.

Mi tercera reflexión seria:

No le eches la culpa de tus males a Dios, ni siquiera al "destino" (?) que lo dispone así. Casi todos los males vienen por el pecado del hombre: el mal uso de la salud, la droga, el sexo... ¡vive tu vida en orden! Que tu mente y tu voluntad dominen tus instintos y serás mucho más feliz. Así evitarás grandes e irreparables sufrimientos.

Te preguntarás. ¿Y los males que produce la naturaleza: terremotos, tifones, inundaciones...? En todo esto sobre todo para los que no tienen fe existe un misterio. Hay una "economía de Dios" que no coincide con la nuestra en el gobierno del mundo. Lo que para nosotros aparece como un desastre y desorden, no lo es en el PLAN DE DIOS, porque a través de éstas realidades "negativas", persiste siempre el AMOR DE DIOS que sabe conducirnos hacia Él, incluso a través del dolor.

Para JESÚS no hay contradicción entre sufrimiento y felicidad. Por eso dice: "Dichosos los que ahora lloráis porque reiréis" (Lc. G;21).

Los criterios del mundo no son éstos, pero sufrimiento y felicidad no son incompatibles, ni se excluyen entre sí. He conocido un inválido total que siempre estaba rodeado de jóvenes que acudían a él. Siempre tenía una sonrisa y un sabio consejo para "los problemones" de chicos y chicas que sólo veían sufrimientos y penas. Él era feliz e irradiaba paz y felicidad. Teresa de Lisieux decía: "Amar, sufrir; siempre sonreír",

El amar y ser amado es la explicación de que el sufrimiento pueda no sólo ser aceptado, sino incluso deseado. El amor "hermosea" todo dolor y sufrimiento. Es verdad que el amor en este mundo, lleva con frecuencia una carga de dolor, pero aún así, es manantial de felicidad.

La Cruz es hermosa porque es el signo y la prueba del Amor que Dios nos tiene. "Porque tanto amo Dios al mundo que dio a su HIJO único para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn. 3, 16) y también "Un hombre no puede dar mayor prueba de amor que entregar su vida por sus amigos" (Jn. 10,13).

En este mundo siempre el dolor está encadenado con el amor.

En el infierno sólo hay sufrimiento y no hay amor.

En el cielo sólo hay amor sin sufrimiento alguno.

Tampoco la "alabanza" se opone a la experiencia del dolor. Alaba a Dios en todo momento. "Bendice alma mía al Señor y no olvides sus muchos beneficios" (Sal. 103, 1-2), porque también el sufrimiento puede ser la expresión del amor de Dios, un beneficio suyo que nos hace superar el propio dolor.

Decálogo del sufrimiento.

1.- Con sufrimiento aceptado hay progreso y perfección. Quien aprende a sufrir aprende muchas cosas.

2.- Con sufrimiento aceptado se pueden comprender muchas cosas. Se dilatan los corazones nobles y se encogen los corazones egoístas.

3.- Con sufrimiento esforzado se forjan voluntades de temple recio, capaces de todo. Con él se han formado los grandes hombres y los santos.

4.- Padres y educadores no evitéis el sufrimiento en todo a vuestros hijos y jóvenes. Enseñadles a que aprendan a superarlo.

5.- El sufrimiento nos hace más comprensivos y más aptos para la convivencia y la solidaridad.

6.- El sufrimiento es el mejor maestro para quien anda en la escuela del dolor.

7.- El sufrimiento nos concentra e interioriza.

8.- El sufrimiento nos da la visión verdadera del mundo, de las personas y de las cosas.

9.- El sufrimiento nos da "autoridad morar' para saber imponernos en las cosas más difíciles. Ante la autoridad del que sabe sufrir y callar por amor todos se rinden.

10.- El sufrimiento nos hace buscar lo trascendente, nos hace buscar a Dios. Alguien decía "sea mil veces bendito el sufrimiento que me ha acercado a Dios".

Jesús proclamó las bienaventuranzas no como mandamientos, sino como normas de vida que conducen a la felicidad.

La vía de las bienaventuranzas coincide con la línea recta que señala los mandamientos de su ley.

LAS BIENAVENTURANZAS SON LOS MODOS DE ALCANZAR LA FELICIDAD. VIVE SU ESPÍRITU Y SERÁS FELIZ.

Mi experiencia es que sufrir, cuando se lucha contra el mundo, merece la pena. Soy feliz y deseo que tú también lo seas. Díselo - mejor aún: muéstraselo- a los que te rodean.


("Nuevo Pentecostés" nº 42)