Queridos
hermanos: nos dirigimos a vosotros con el sano propósito de compartir nuestras
experiencias, todo nuestro conocimiento y también, por qué no, nuestro sentir
como comunidad de la Renovación Carismática.
Iniciamos
hoy un nuevo seminario de crecimiento que hemos titulado: seminario de crecimiento
a la vida carismática. Sinceramente, reconocemos en el inicio de este taller
nuestros propósitos, puesto que este es un proyecto que trabajamos con gran
ilusión, pero desconocemos hacia dónde conducirá Dios nuestros pasos en el
futuro, sin embargo, en nuestro interior tenemos la certeza de que no andamos
solos, sino de la mano con nuestros hermanos.
Creemos
que es nuestra obligación, como servidores y responsables de grupo, darlo todo
y más en beneficio de la comunidad, aunque nos cansemos, aunque a veces
tengamos miedo, simplemente porque creemos que nuestros hermanos merecen
conocer de un modo más autentico nuestro modelo comunitario, que puedan
experimentar libremente la gracia de los carismas para que por su propia
percepción espiritual, puedan abrir las ventanas de sus corazones al soplo del Espíritu.
Hoy,
unos y otros, porque no hacemos diferencia ni distinción, debemos desgastarnos
a favor de la comunidad, o lo que es lo mismo, a favor de nuestro movimiento
porque la Renovación Carismática
es más que tú o yo, porque necesita del esfuerzo de todos nosotros para
continuar su andadura y cada uno debe asumir esta realidad, desde el compromiso
propio, sintiendo en propia carne lo que ella es y representa, siempre a través
el servicio, porque nuestras comunidades no madurarán, ni crecerán si antes no
nos comprometemos de un modo más sustancioso, con el Espíritu de la Renovación Carismática,
debemos pues, menguar nosotros para que ella crezca. (Juan 3, ver 30)
Debemos
desgastarnos igual que las piedras que el viento del desierto erosiona con su
constante hálito, hasta alisarlas, depurando en ellas sus imperfecciones. Hoy unos y otros, debemos
dejarnos erosionar por el Ruah, el aliento constante de Dios, que reposa y
revolotea sobre cada una de nuestras comunidades, (gen. ver 2b) simplemente
porque nuestra es la misión de acompañar y de guiar al pueblo de Dios, para que
él pueda vivir la gracia que Dios mismo nos ha prometido, para que podamos
descubrir los regalos que Dios mismo tiene para cada uno de nosotros. (Juan 10,
ver 11 al 14).
Como
dirigentes tenemos la obligación de velar, alentar, confortar y entusiasmar al
hermano, para que él pueda acrecentar en su corazón el deseo de encontrarse con
su Hacedor, sin experimentar ningún tipo de ataduras o ligazones, que impidan
satisfacer su anhelo de estar con Dios.
Cada
uno de nosotros, a través del servicio, debe asumir como una exigencia propia
la vida espiritual del hermano, de nosotros depende en gran parte, que tanto
los nuevos como los que llevan más tiempo en el grupo, tengan las mismas
posibilidades de experimentar en sus vidas la participación e integración en
nuestro modelo comunitario, modelo en el que la alabanza y los carismas deben
estar continuamente presentes, porque forman parte de esta experiencia única
que es la Renovación Carismática
Católica. Bajo ninguna circunstancia, debemos considerar nuestro servicio como
un trabajo o modelo de gestión supeditado por nuestras cualidades naturales,
sino como una prolongación del amor que sentimos por los hermanos y por la comunidad, como madre nuestra, amor que Dios
ha sembrado y ha hecho crecer en
nuestros corazones con el paso de los años.
Ha
de ser nuestra finalidad, que cada uno de los que integran las comunidad,
conozcan y experimenten la presencia del Espíritu Santo en su interior, una
experiencia transformadora y renovadora, que fomente una vida de oración, más fructífera
y comprometida, tanto en lo individual como en lo comunitario, siempre desde la
alabanza.
Ciertamente
hermanos, creemos que muchas veces no se alcanza a vivir con plenitud nuestra
realidad carismática, del modo que su mismo nombre indica, Renovación, porque
hemos empobrecido con una realidad más humana lo que en un principio brotó espontáneamente
como obra del Espíritu. Lo cierto, es que a muchos de nuestros hermanos, no se
les ha mostrado el verdadero rostro de la comunidad porque aunque nos duela
reconocerlo, muchos de nuestros grupos, no son auténticamente carismáticos. Sus
dirigentes no han sabido preservar nuestra identidad, han dado por bueno lo que
no lo era, han permitido a veces, siendo conscientes de ello, desviaciones y
conductas de las que hoy nos arrepentimos y por las que pedimos perdón a Dios,
en nombre de todos. Al momento presente, tal vez, uno de los errores en los que
con más asiduidad caemos, es que no tenemos claro el concepto de comunidad carismática
al que deseamos pertenecer, tal vez porque la mayoría de las veces pretendemos
imponer nuestra voluntad y sin esta percepción, de nuestra realidad espiritual,
debemos hoy preguntarnos qué tipo de comunidad queremos construir. Si no somos
capaces de aceptar esta realidad que tan perjudicialmente está afectando a la
vida de la Renovación,
cómo vamos a ser capaces de construir una renovación que devuelva a los
hermanos la ilusión y la esperanza por un proyecto en el que Dios ha puesto
toda la carne en el asador, hablo claro está, de la Renovación Carismática
Católica. ¿Cuál es nuestra visión futura?
Somos
carismáticos- “lo decía tantas veces el padre Alejandro Balbás”- porque hemos
recibido la gracia de los carismas, no somos otra cosa, no vivimos un modelo de
espiritualidad rígido, recogido, la voz de nuestras comunidades es la alabanza,
esta oración que rompe con su espontaneidad los moldes y las ataduras que a
diario nos impiden, como hijos de Dios, vivir en libertad, dando gloria a su
nombre, claro está, siempre con la ayuda insustituible del Espíritu que
continuamente nos instruye y nos invita a vivir la gracia de la renovación con propiedad,
que nos alienta a mantener viva la llama del Espíritu en medio de su pueblo.
Por
eso comenzamos nuestra andadura de este modo, teniendo claro el concepto de
comunidad que queremos construir. Necesitamos conocer para experimentar y
crecer a nivel comunitario, no podemos olvidar que toda nuestra experiencia se
cimienta en el reconocimiento de Jesús como Señor y Salvador, porque Él vive,
ha resucitado y ha sido constituido Señor. Y porque nadie puede conocer lo que
previamente no ama, esa es la clave de
la vida que pretendemos alcanzar en comunidad, de la vivencia que os proponemos
descubrir hoy con nuestros talleres. Puesto que eso es la Renovación, amor, amor
de Dios sobre sus hijos derramándose a borbotones.
El amor al hermano ha de ser la premisa de
esta vida que hemos elegido voluntariamente vivir pues si no amamos al otro,
con sus debilidades y flaquezas, no seremos capaces de construir un autentico
hogar en el que sentirnos seguros y protegidos de los continuos ataques del demonio,
porque la comunidad es nuestro hogar. Necesitamos amar para poder perdonar,
porque cuánto más se ama al otro, cuánto más capacidad de amar tenga nuestro corazón,
más capacidad de perdón habrá en él, de este modo, seremos más libres para
alabar y crecer en la gracia que el Espíritu quiera mostrarnos.
Como
comunidad reconocemos nuestros propios limites, somos pocos pero vivimos comprometidamente
a favor de la Renovación.
Siempre tenemos presente las palabras del cardenal Suenens, “somos
iglesia en movimiento”.
Nos negamos a vivir nuestra experiencia a
nivel privado, oramos y creemos que somos impulsados por el Espíritu, porque
creemos que Cristo ha resucitado y está vivo en medio de la comunidad, que el Evangelio
es experiencia y vida, la autoridad un servicio liberador, la misión es Pentécostes,
el obrar humano gracia y libertad. (Cf. Ignacio Hazim) Comenzamos hoy este
seminario de crecimiento a la vida carismática.
Anímate
y crece con nosotros en comunidad.
Que Dios os
bendiga a todos.
"SEGUNDA SEMANA"
Todo grupo de la Renovación, si es auténtica mente guiado por el Espíritu debe contar con un grupo de pastores ungidos y conducidos por el mismo Espíritu que conduce la oración de la comunidad. La importancia de ser un verdadero pastor, a imagen de Cristo.
1ª Dinámica a incorporar en el grupo de oración, con el propósito de animar a los hermanos que no participan de la oración de alabanza porque se sienten impedidos de hacerlo, romper los miedos, las ataduras que imposibilitan a la comunidad el auténtico encuentro con Jesús vivo y resucitado.
Hacer ver a los hermanos que todos y cada uno de nosotros somos un instrumento de una gran orquesta, orquesta que dirige y guía el SEÑOR. Eso es la oración en comunidad, la alabanza es una composición musical que el propio Jesús dirige en la medida que nosotros participamos de la oración semanal para liberarnos y participar con toda la iglesia en su oración universal, siempre desde la perspectiva e identidad de la Renovación Carismática.
ESTE ES EL EJEMPLO, ESPERO QUE EL AUDIO REFLEJE LA INTENSA PRESENCIA DEL AMOR DE DIOS QUE EXPERIMENTAMOS CON UNA ALABANZA ESPONTÁNEA:
ESTE ES EL EJEMPLO, ESPERO QUE EL AUDIO REFLEJE LA INTENSA PRESENCIA DEL AMOR DE DIOS QUE EXPERIMENTAMOS CON UNA ALABANZA ESPONTÁNEA:
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