"BIENAVENTURADOS LOS QUE ELIGEN SER POBRES"... (Mt.5.3)
EUSEBIO VILLANUEVA, O.C.D.
Recibimos
todo de Dios: la Vida,
el Pan y el ESPÍRITU. También cada uno se recibe a sí mismo de Dios. Por eso al
hablar ahora de esta bienaventuranza lo hago con "temor y temblor".
Su contenido es una vastedad amorosa...
Intento
evitar dos extravíos. Por un lado el fraude de las apariencias, tan de nuestra
sociedad. Lo que importa es aparentar; su fe es la apariencia, su religión es
la apariencia, su eslogan vital es la apariencia... y pasemos a otra cosa...
Por
otro lado evitar el "piadosismo", el fervor sentimental, el hacer
literatura edificante sobre la
Pobreza. Esto no interpelaría a nadie. No inquietaría nuestra
manera de vivir, ni cuestionaría nuestras estructuras sociales injustas.
Luchar
contra la
POBREZA-Miseria, profundizar en la Pobreza-Espiritual,
entrar libre y gozosamente en la Pobreza-Camino en el seguimiento de Jesús... He
aquí una aventura en la que sólo el Espíritu de Dios puede conducirnos
progresivamente... y en la medida en que nos abramos al Evangelio y a los
Pobres. Es en la "montaña de las Bienaventuranzas" donde se troquela
y se forja el cristiano. Y es ahí donde se nos dicen nuestras "señas de
identidad cristiana".
Los
estudios bíblicos y las realidades sociológicas de hoy mismo nos permiten
clarificar nuestro vocabulario. Bienaventurados los que se hacen
"pobres", no los que dicen o profesan. y no perderse en la confusión
de haber obrado, cuando sólo se ha hablado...
A)
Está la
POBREZA-MlSERIA
La pobreza económica y sociológica. Esta es un mal que degrada y
excomulga al hombre y ofende a Dios; le niega. Los
hijos de Dios sin medios suficientes para existir y realizarse. Los sin
recursos de bienes, de poder, de prestigio e inservibles, prescindidos...
Transeúntes y vagabundos a quienes la pobreza los borra
como personas en la sociedad... Los 60
millones de humanos que mueren de hambre anualmente en nuestro mundo, cuyo
corazón todavía llora cuando se enfrían sus ojos. Los muchos más que viven de mero
subsistir, sufriendo todas las crueldades de la vida. . . Los miles + miles de drogadictos que se destruyen en la
marginación... Los miles + miles que vemos perdidos en el SIDA, que se desviven
en desesperación... Los miles + miles de presos que se embrutecen y encanallan
en nuestras prisiones... La enorme y creciente leva de mayores en pobreza de
soledad que les acompaña en el misterioso camino de sus existencias... Los miles de millones de mendigos de pedir, - por-dioseros
(que nos piden "por Dios")- de sanidad, de cultura, de trabajo, de
pan y paz... Tantas cosas imprescindibles para el diario vivir del pobre...
Esta
Bienaventuranza nos pide, ya en este primer estadio, un compromiso cristiano
sin tregua de lucha para restaurar el rostro del hombre como rostro de Dios... La grandeza del hombre y de la Comunidad humana no es
el "poder adquisitivo", sino su capacidad de relación, de amar y ser
amado. El desarrollo de un Pueblo más fundamental no se debe calcular
por su producto nacional bruto, sino por su eficacia distributiva...
No
es cristiano renunciar a esta lucha distributiva fraterna con el pretexto de
que no se va a conseguir nada, de que la acaparación de los bienes de todos es
desbordante e incontrolable. No sirve la excusa de que las utopías sociales
duran menos que pájaro en árbol seco. Este razonamiento es falso. Todo bien es
agente de bien. Todo acto con amor, aunque no veamos sus resultados, está ya
haciendo el bien... "Será una gota en el Océano, pero si no lo hacemos, a
ese Océano le faltará una gota", nos anima Teresa de Calcuta...
B)
Están los "Pobres en el Espíritu"
Es
actitud fundamental del hombre abierto al proyecto de Dios. Dios es la
identidad más profunda del hombre. Y el hombre no existe más que en esa
relación amorosa... Por eso, ¡Bienaventurados los que eligen ser pobres! Los
que se hacen desposeídos - nadatenientes, nadaposeedores - y ponen su centro de
gravedad y su gozne, en Dios.
Hay
un elemento capital: la
ELECCION. Estos pobres, estos "pequeños"
sociológicamente, HAN DECIDIDO vivir en esta situación de pobreza, de
carencia... Han descubierto, en su sabiduría del corazón, que NADA llenará su
vacío interior, su vida. Que nada será capaz de acallar sus frustraciones del
ser y del tener...
Mateo
evangelista lo sabía en su propia carne de recaudador de impuestos: la riqueza
no llena definitivamente. Nada es cabal respuesta al "Hambre y Sed"
humanos... Nada sacia profundamente. EL hombre
siempre estará hambriento de todo lo que no harta. San Agustín nos lo recuerda desde su hambre dolorida:
"Nos hiciste, Señor, para Ti e inquieto andará nuestro corazón hasta que
descanse en Ti".
La
causa de esta elección de la pobreza es el descubrimiento de otra dimensión de
la existencia, y se despojan de la suficiencia de querer bastarse a sí
mismos... Como ningún OBJETO llena su "vacío", se abren a ALGUIEN que
les invada y anegue y sacie, paulatinamente: Dios, el Espíritu de Dios, su
Santo Espíritu. (Un aviso: si le pedimos a Dios que nos "vacíe", El
nos despojará segurísimo)... Y ese "vacío" atrae el
"relleno" de DIOS: su presencia permanente, su Dulce Huésped del
alma... Se establece una corriente de ocupación de toma de posesión por ese
Espíritu... Al quedarse sin "nada", Dios se le constituye en su TODO.
Y comienzan las "visitaciones" de Dios en experiencias profundas que
nos van haciendo disponibles. Pasando del "Señor, ¿qué quieres que haga?
al Señor, ¿qué quieres hacer a través de mí?" Dejando a Dios ser Dios como
Él quiere ser y estar en nuestras vidas...
Francisco de Asís al alba de su conversión, de su despojo, en la
plaza pública se queda desnudo, -pobre- ante su padre Bernardone. Pobre,
desnudo: de filiación, de apellido, de destino, de casa y de bienes, de sí
mismo y de sentido de vida... Libre, sólo entonces puede exclamar: "desde
ahora diré siempre Padre nuestro, que estás en los cielos". Esta pobreza
es oferta de Libertad... Sólo el que tiene un corazón de pobre puede abrirse a
la riqueza de Dios, a los DONES del Espíritu.
En
realidad Dios está siempre en el centro de nuestra vida. Es la raíz primera y
creadora de nuestro ser y de nuestra identidad. Y, cuando todos los
revestimientos caen, aparece Dios debajo, al desnudo. Al desprenderse de todo,
Dios aparece como el TODO BIEN, SUMO BIEN, como nos lo presentó Francisco de
Asís.
También
ocurre con nuestras pobres y frágiles seguridades. Al caerse los andamios y
reaseguros, Dios se constituye en soporte y piedra angular. Dios es nuestra
"roca" y seguridad. Por eso SOLO los Pobres POSEEN a Dios. Y "DE
ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS", nos asegura esta Bienaventuranza
Primera. En presente de indicativo, contrariamente a las otras
bienaventuranzas, que lo aseguran en un futuro.
Nuestros
caminos son cortos, desalentados, tristes. Porque andamos a medias con Dios.
Nos falta la generosidad del Espíritu. Y nuestras "conversiones" en
pobreza, recomienzan a impulsos desiguales.
El
"pobre en el "Espíritu" no se siente dueño de ningún don. Sólo
dispensador y manos distribuidoras del Padre para el compartir fraterno. Como
deudor de la Comunidad
Humana que es.
Los
bienes acaparados son la asfixia de la madurez cristiana y los otros dejan de
existir para él (Lc. 16,19-22). Cada uno venimos del Padre: El nos ha sacado de
su Corazón. Y el corazón es lo más central de la persona. El Dios que te DA y
el Dios que te pide...
C)
Está la POBREZA-CAMINO
de Seguimiento
Pobreza-Camino
como itinerario privilegiado para seguir a Jesús, el Cristo. Y seguir a Jesús
es CONFORMARSE con El, - no el mismo molde, sino el mismo seno creador del
Padre, y por ello entrar en el camino de "Encarnación" de
Belén-Galilea-Jerusalén y de la pobreza, del darse y repartirse.
Esta
bienaventuranza NACE del Cristo que, "despojándose de su grandeza de
Dios", se hace "Hijo del Hombre", de nuestras dependencias,
limitaciones y pobrezas naturales y adquiridas... (Cta. Filip. 2,6-8). Ésta
será una de las fuerzas claves de la vida y carisma de Francisco de Asís. Y de
ese lado del camino del Dios-Pobre le llegarán todas las
"visitaciones" de su Señor... Y Francisco siguiendo a Jesús se hace
"encarnación". Y Jesús, pobre y crucificado, será la Gran Palabra - que no
admite glosa- de toda la vida de Francisco, hasta el abrazo franciscano con
Cristo que todo lo hermana. Francisco se situará siempre en la zona de los
pobres, los leprosos, los pequeños Sociológicamente, los menores, los sin
poder, ni tener, ni saber. Francisco VE a Jesús en cada uno de ellos. Los otros
SON Jesús en persona... El que tiende la mano buscando calor de hermano y el
que arrastra los pies por los caminos peregrino de lo absoluto... Allí donde un
hermano respire mal, para Francisco, Dios se está ahogando. Identificación
afectiva y efectiva con Jesús-Pobre, es su camino de seguimiento. Francisco no
es un teórico, ni quiso serlo.
Nosotros, los de la fe clara, acostumbramos buscar a Dios
"dentro", en nosotros y en los "ritos" y en la Iglesia... Pero
Dios de entrada se hace "fuera", se hace ellos y nos llama a
"salir" para encontrarlo: tuve hambre. . . tuve sed. . . estaba
enfermo, preso... (Mt. 25,31 ss.). Francisco contempló toda su vida admirando
el rostro de Dios hecho Jesús y revelado en Él. Lo "vio" nacer bebé,
cría humana débil, pobre de nuestras pobrezas, perdido en el anonimato y
acontecimientos humanos de las familias desplazadas. Lo "vio " vivir
como pobre en el Nazaret y Galilea de todas las periferias; como peregrino de
nuestros caminos pobres. Lo "vio" comprometido, participativo,
entregado hasta una muerte de maldición política y religiosa. Entrando y
saliendo de este nuestro mundo como un marginal de todos los tiempos. Con su
Primera Noche en una cueva y su última Noche en una cárcel de guardia... Y en
medio, ¡tantas noches de Amor y de vela!
Este
Camino de Pobreza y Seguimiento de Jesús no es simplemente la decisión de
unirse, de "echar su suerte con los pobres de la tierra". Ni es
únicamente una "opción por los pobres". Ni crítica de ningún sistema
determinado de sociedad. Tampoco es una ascética monacal de purificación. Jesús
no propuso el camino de Juan Bautista. Para Jesús todo sale y regresa a Dios. Y
Dios es, Dios consiste, en AMOR. Y el Camino de Jesús es Amor que se da. No
tenemos otra manera de seguir a Jesús: "Como mi Padre me envió así os
envío YO" (Jn. 20;21).
Esta
Pobreza Evangélica es un DON del Espíritu: el don de Amor, que exige
CON-FORMARSE al Amado. Prescindiendo de todo lo que no es Él. Nace y vive del
Amor. Entra y se engloba en la "Vida Mística": Unión con Dios...
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