TALLER:
Dones, carismas y fenómenos concomitantes.
Me gustaría partir de una
metáfora: la del banquete, de la mesa, de la comida. Formar es alimentar.
Nosotros nos alimentamos en el cuerpo, y nos alimentamos en el alma también. La
misma importancia que tienen los alimentos para el físico, tienen la formación
para el espíritu. Por eso, me gustaría presentar este taller, como un banquete
siendo ofrecido. No es con ninguna intención de imponer, sino de ofrecer una
mejor formación para nuestra pastoral.
Trabajaremos fundamentalmente
sobre la Primera Carta
de San Pablo a los Corintios (Capítulo 12 al 14). “Con relación a los dones
espirituales, no quiero, hermanos, que ustedes vivan en la ignorancia” (1Cor.
12,1) (Leer: 1Cor. 12,1-26).
San Pablo, luego al principio
del cap. 12 de la Carta
a los Corintios manifiesta su preocupación con respeto al tema. Dedica una
larga enseñanza sobre estas manifestaciones del Espíritu.
1.
Aclaración previa:
Importante hacer una
aclaración: una cosa son los dones del Espíritu, que conocemos y son enumerados ya en el libro de Isaías, que son
siete (sabiduría,
inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios). Otra cosa son los carismas, estas gracias especiales de las
cuáles nos habla San Pablo, y otra cosa son los frutos del Espíritu, que también nos enumera
San Pablo, en Gal 5 (caridad, gozo, paz, paciencia, mansedumbre, bondad,
benignidad, longanimidad, fe, modestia, templanza, castidad), como consecuencia de la acción
del Espíritu en nosotros.
2.
Algunas definiciones importantes:
Es importante antes que nada
definir lo que son estos tres términos,
a los cuáles se refiere San Pablo: ministerios, carismas y operaciones.
Son correlativos, a semejanza de la Trinidad. Es decir están correlacionados entre
sí.
a) MINISTERIOS: son funciones o
servicios que los distintos miembros del Cuerpo Místico de Cristo ejercen para
prolongar la misión de Cristo el Servidor de Dios. Ejemplo: ministerio de música, de
evangelización, de liturgia, etc… En todas estas funciones se manifiesta la prolongación de la
misión de Cristo. Hablamos también del ministerio sacerdotal: la prolongación
del ministerio de Cristo en la persona del sacerdote, el ministro ordenado.
b) CARISMAS: son dones o capacidades
que el Espíritu Santo derrama para que podamos ejercer los ministerios. En sentido estricto son las
gracias que el Espíritu libremente nos va dando para ordenar al Cuerpo de
Cristo nuestras aptitudes; en sentido más amplio incluye estas aptitudes. Ejemplo: no es suficiente
saber tocar un instrumento musical, es necesario la ayuda de estas gracias para
poder ejercer con mayor unción tal ministerio. Estas gracias, estas
capacidades, que llamamos carismas, nos viene a tornar aptos para tal servicio.
c) OPERACIONES: son actos
producidos al ejercitar los ministerios. Como el Padre obra una continua creación, las operaciones son
manifestaciones del poder del PADRE. El carisma en acción: profetizar, orar en lenguas, interpretar, etc…
Así como los ministerios están
sometidos a la autoridad de los pastores, los carismas están sometidos a su
discernimiento. Este discernimiento pasa por la persona, por los pastores, por
la comunidad.
3.
La finalidad de los carismas:
-
Manifestar la acción de Dios; “es el mismo Dios es el que obra todas
las cosas en todos”. (1Cor. 12,6.)
-
Realizar la
Evangelización del mundo;
-
Edificar la
Iglesia ;
-
Perfeccionar a los cristianos;
-
Liberar de las opresiones y necesidades.
4.
Clasificación de los carismas:
Los carismas y
sus correspondientes operaciones son innumerables. Los clasificaremos según el
triple ministerio de Cristo:
Sacerdote: cuya operación genérica es bendecir al pueblo en nombre
de Dios y a Dios en nombre del pueblo.
Profeta: cuya operación genérica es transmitir el mensaje divino.
Rey: “servidor de todos”, cuya operación es organizar la
comunidad.
Vale resaltar
que el sacramento del Bautismo nos hace: sacerdotes, profetas y reyes. Por el
sacramento del Bautismo, nosotros somos sumergidos en Cristo, recibimos su
vida, somos constituidos hijos de Dios (hijos en el Hijo).
Profeta:
Transmitir el mensaje
Carismas relacionados a este
ministerio:
Apostolado: 1 Cor 12,28; Ef 2,20; 4,11.
Evangelización: Ef 4,11; Hch 21,8; 2 Tm 4,5.
Magisterio: 1 Cor 12,28; Ef 4,11; Rm 12,7.
Palabra de sabiduría: 1 Cor 2,6.7; 12,8; Ef 1,8.17; Col 1,9; 2,3;
3,16; St 1,5; 3,17; Mt 16,16.17; Hch 6,8-10.
Palabra de conocimiento: Rm 15,14; 1Cor 1,5; 8,1.7-11; 12,8;
13,2.8; 14,6; 2Cor 2,14; 4,6; 6,6; 8,7; 11,6.
Profecía: Hch 13,1-3; 21,10-14; Ef 2,20; 4,11; Rm 12,6; 2Pe 1,21.
Exhortación: Rm 12,8; 1Cor 14,3; 2Cor 1,4.
Revelación: 2Cor 12,1.7;
Gal 1,12; Ef 1,17; 3,3; Ap 1,1.
Visión: Hch 2,17; 9,10; 10,3; 11,5; 16,9; 18,9; 26,19.
Sueño: Mt 1,20; 2,12;
Discernimiento: 1Cor 2,10-15; 12,10; 14,24-29; 1Jn 4,1-8; Mt
16,15-23; Jn 1,47; Hch 5,3-4; Gal 2,9.
1.
Sacerdote: Expresar bendición
Carismas relacionados a este
ministerio:
Fe carismática: Mt 9,22; 17,20; 21,21; 1Cor 12,9; 13,2; 2 Cor
4,13-18.
Prodigios (signos, milagros): 1Cor 12,10.28; Hch 19,11.12.
Transfiguración (resplandor, aura): Ex 34,29-35; 2Cor 3,7-18; Mt
17,2; Hch 6,15.
Estigmas: Gal 6,17; Flp 3,10 (metafóricamente)
Levitación: 2Re 2,3.5.10.11.16; Sir 44,16; Mc 16,19; Lc 24,51; Hch
1,9-11.
Bilocación: 1Cor 5,3s; Gal 12,2s; Col 2,5; Ap 1,10; 4,2; 17,3;
21,10.
Inmunidad: Mc 16,8; Mt 4,6; Lc 10,19; 1Cor 13,3.
Sanidades (interior o física): Mc 3,15; 5,30; 16,18; 1Cor 12,9.28.
Expulsar demonios: Mt 7,22; Mc 3,15; 16,17; Lc 9,1.49; Hch
19,12-19; St 4,7.
Derramar Espíritu: Hch 8,18-20; 9,17; 19,6; Rm 1,11; 1Tm 4,15.
Provocar descanso en el Espíritu: Mt 17,6; Lc 9,32s; Hch 9,4;
22,7; 26,14; Jn 18,6; Mt 28,4; 1Sam 19,19-24; Mc 9,26.
Bendecir: Lc 10,5s; Ef 4,29; Hb 11,20.21; Nm 6,27; 22-24; 2Cro
30,27.
Maldecir: 2Re 1,10; Lc 9,54; 1Cor 5,5.
Glosolalia (Orar en lenguas): 1Cor 12,10.28; 13,1.8; 14,2-40; Rm
8,15.26.27; Jdt 20; Hch 10,46.
Cantar en el Espíritu: 1Cor 14,15; Ef 5,19; Col 3,16.
Balbuceos, gemidos (lenguaje emocional): Rm 8,15.23.26; 1Cor
14,14.
Profetizar en lenguas: 1Cor 14,5.6.9.26.27; Hch 2,4.15-18; 19,6.
Interpretación: 1Cor 12,10.30; 14,5.13-17.26-28.
2.
Rey: organizar la comunidad
Carismas relacionados a este
ministerio:
Presidir (pastorear, conducir): Ef 4,11; Rm 12,8; 1Cor 12,28; 1Tm
4,13-16.
Ayudar (servir): Rm
12,7; 1Cor 12,28; Hch 6,3.6.
Administrar: Rm 12,7;
1Cor 12,28.
Dar (distribuir): Rm
12,8.13; 1Cor 12,28; 13,3.
Hospedar: 1Pe 4,9.10; Rm
12,13.
Liberar: Lc 1,68-75;
4,18; Juec 2,16.18; 6,14-18; 15,14-20.
Virginidad (continencia): 1Cor 7,7-9.17.40; Mt 19,11.12.
Paternidad (matrimonio): 1Cor 7,3-17.
Martirio: Mt 10,16-20; Lc 12,11.12; 21,13-19; Jn 15,20-27; 2Cor
1,4-7; 4,7-12; 6,4-7; 1Pe 4,13.14.
Amor carismático: Jn 17,21; 15,26-27; 13,35; 1Pe 4,8-11; 1Cor
12,31 – 14,1.
5.
Fenómenos concomitantes:
Fenómeno: es el aspecto que las
cosas ofrecen ante nuestros sentidos; o sea el primer contacto que tenemos con
las cosas, lo que denominamos experiencia. Concomitante: que acompaña,
colabora. En este caso, fenómeno concomitante, es lo que acompaña la gracia del
Espíritu Santo. Una metáfora que nos puede ayudar a entenderlos: el vaso de
agua. Esta agua
puede estar tibio, caliente, frío… El agua seria la gracia. El fenómeno el
estado de esta agua, como ella se presenta. En el caso de la acción del
Espíritu: sentir escalofríos, calor en las manos u otra parte del cuerpo, el
descanso, las lágrimas, la danza, el canto, sería el fenómeno.
Y lo principal son los frutos
que estos dejan: amor, gozo, paz, paciencia, mansedumbre, bondad… (Gál
5,22-23).
6.
Algunos carismas en particular:
Don de lenguas
San Pablo
nos dice: "Nosotros no sabemos
cómo pedir para orar como conviene;
mas el mismo Espíritu intercede por nosotros
con gemidos inefables”. (Rom 8,26).
Es conocido también como
Glosolalia. Consiste en una especial unción que nos incita a expresar las
maravillas de Dios, no en forma racional, sino como si estuviera embriagados
(borrachos). (Hech 2,4; 2,13; 1 Cor 14,2.14.15).
Pablo nos recomienda no
extinguir ese carisma. (1Cor 14,5.26). La epístola recalca que éste es un don
que puede llegar también a principiantes y estimula a que busquen otros dones
más importantes, en particular la interpretación y la profecía (12,31;
14,1.4.5.13).
Consiste en una expresión de
una vivencia sobrenatural al nivel de espíritu. Supone, el experiencia
interior.
Se da en un estado de abandono
espiritual, el sentimiento de dependencia absoluta de toda la vida, para con el
Ser divino.
Cuando nosotros oramos en
entendimiento, por lo general nosotros pedimos por lo que queremos. Cuando
oramos en lenguas, el Espíritu ora por lo que realmente nos hace falta. Dios
conoce nuestras necesidades más profundas.
San Pablo, aunque nos dice que
el carisma de lenguas es el más pequeño de entre todos los demás, aconseja que
se ejercite. Dice: “Deseo que todos hablen en lenguas”. Después sigue: “No
prohíban hablar en lenguas” y “no extingan el espíritu”.
Es bueno usar este carisma:
-
Cuando queremos levantar el nivel de nuestra oración;
-
Cuando no encontramos palabras para adorar a Dios, o para expresar
todo lo que tenemos en el corazón;
-
Cuando estamos especialmente contentos, como efusión de nuestra
vitalidad interior;
-
Cuando intercedemos por alguien, para que la oración sea según
Dios, pues muchas veces no sabemos;
-
Cuando nos encontramos en tentación.
Descanso en el Espíritu
Presupone, por lo común, una
experiencia de Dios, breve quizás pero bien lúcida. Esto provoca debilitamiento
momentáneo de las fuerzas físicas, como si toda la atención quedara ocupada en
disfrutar de una “presencia” suave y extraordinaria con una cierta impresión de
pesadez. Lo importante es una unción penetrante de paz y dulzura. Se trata,
pues, de un pequeñísimo toque místico, una gracia de tipo extático, que no
supone ningún alto nivel espiritual ni antes y ni después. Pero, por cierto,
suele provocar notables frutos: liberación, sanación, conversión, revelación de
misterios o de problemas de infancia olvidados, luz para penetrar la Escritura y la fe
cristiana, etc. Estos frutos son la piedra de toque para discernir esta
manifestación del Paráclito.
“Cuando el sujeto se prepara
para incorporarse de nuevo, sobreviene a veces una pesadez acentuada, muy de
paso, como si el cuerpo estuviese pesado o entumecido. En efecto si el sujeto
se propone de verdad levantarse, puede hacerlo sin mayor problema; pero de
ordinario tendrá deseo de prolongar esta especie de quietud y pasividad”.
La danza en el Espíritu
La danza es un modo natural de
celebrar algo y expresar emociones o ideas, viviéndolas con un grado de
intensidad suma.
Es vivir la experiencia de
David ante el arca (1Sam 6,5-21). La liturgia nos invita con los salmos:
“Alabad su nombre con danzas” (Sl 149,3), “Alabadlo con tambores y danzas” (Sl
150,4). Los judíos aún hoy lo hacen: sus bailes populares suelen dar realce a
los salmos o canciones religiosas.
La danza en el espíritu
supone un nivel mucho más unitivo, con un poco de la embriaguez del Espíritu
Santo (ef 5,18s). Esta embriaguez espiritual lleva a gestos desacostumbrados y
diversos. Unos, en la abundancia de su felicidad, se derraman en cantos y
alabanzas a Dios. Otros derraman lágrimas de gozo. Algunos sienten en sus
miembros un deseo impaciente de movimiento; no pueden quedar en su sitio: les
hace falta correr, brincar, patalear, batir las manos.
Encontramos referencias a ella
en místicos de todos los tiempos. San Basilio, Ricardo de San Victor, Santa
Teresa de Ávila, etc.
San Basilio, célebre doctor del
s. IV, en su famoso libro sobre el Espíritu Santo, menciona la danza como una
gracia mística o pneumática. Dice: “Y así como los cuerpos brillantes y diáfanos, cuando los
alcanza un rayo de sol se vuelven muy radiantes y por reverberación hacen
brillar otro resplandor, así las almas portadoras del Espíritu y que son
iluminadas por el Espíritu, se vuelven espirituales e irradian la gracia en los
demás. De aquí: precognición de cosas futuras, conocimiento de misterios,
comprensión de cosas ocultas, distribuciones de carismas, ciudadanía celestial,
danza, alegría interminable, permanencia en Dios, y el más altos de los
anhelos, volverse a Dios” (De Spiritu Sancto, 9,23).
Santa Teresa de Ávila
(1515-1582) tenía danza en espíritu. “La ternura y el gozo eran para Teresa manifestaciones tan puras del
amor al prójimo y a Dios, que en las recreaciones la inflamaba a veces un ardor
impetuoso y se ponía a bailar sin poder resistir el impulso del espíritu, dando
vueltas y palmadas, como David ante el Arca de la Alianza ; al verla, todas
la imitaban, en un arranque de gozo
espiritual” (La vida de Santa Teresa de Jesús, de Marcelle Auclair).
La risa en el Espíritu:
Así como al
canto en espíritu San Agustín lo llama jubilación, otras veces el júbilo
sobrenatural puede desahogarse en risas u otras explosiones equivalentes. Es
manifestación de gozo, fruto del Espíritu.
Es una risa
diferente, que sale de dentro, como el canto en espíritu; tiene fuerza
interior”.
Este tema
podemos encontrarlo en muchos autores místicos.
-
El Papa S. Gregorio Magno (muerto en el 604), comentando esta
expresión de Job, nos describe el júbilo como gracia mística: “Se llama júbilo cuando es
concebido por la mente un gozo inefable, que no puede esconderse ni expresarse
con palabras y que – sin embargo – se manifiesta por ciertos movimientos aunque
no se describa con propiedad” y más adelante repite lo mismo: “Se llama
jubilación cuando la alegría del corazón no es plenamente expresada por la
eficacia de las palabras, pero de algunos modos manifiesta un gozo de quien
goza ni puede ocultar ni expresar totalmente” (Moralia in Job XXIV, XXVIII).
-
Ricardo de San Victor (muerto en 1173): “el canto de jubilación, es
semejante al balbuceo del ebrio, representa la elevación del alma a la
bienaventuranza” (Sermons et opuscules inédtits).
La verdadera
risa en el espíritu suele desembocar en alabanza ferviente o en adoración
silenciosa. A veces vienen mensajes divinos expresando la ternura de Dios, que
nos ama como un papá a sus hijitos.
El canto en el Espíritu
Viene a ser una modalidad de la
oración en lenguas. Hay gente sin oído musical, que no se atreverían cantar en
castellano, pero son embargo, entonan muy bien afinados esta salmodia
pneumática.
Suele ser algo muy hermoso,
que alienta quienes la viven y a quienes las oyen.
-
Se experimenta una infinita liberación interior y se deja suelta
la imaginación e inventiva musical, que juega, salta y danza y se expansiona en
ese lenguaje musical amoroso, sin mirar si lo observan, si hay personas
delante, si lo juzgan… como un verdadero enamorado.
-
Se siente una seguridad grande de ser escuchado y comprendido
por el mismo Dios que está inspirando su “espíritu de canción”.
Si uno nuevo escucha a otros
que cantan en espíritu, se aconseja que cierre los ojos, deje la mente en
blanco pero centrada en Dios, y se deje embargar por esa experiencia celestial.
El crecimiento de los carismas:
Los carismas están llamados a
crecer con el ejercicio. “El plan de Dios es que todo crezca en nosotros.
Cuando termina el crecimiento empieza a obrar la muerte. También los carismas
deben crecer, mediante nuestra colaboración. Un carisma es siempre perfecto en sí, pero su mayor o menor
manifestación dependerá de nuestra correspondencia”, afirma Mons. Alfonso Uribe
Jaramillo, colombiano, que escribe con frecuencia sobre este tema.
7.
El discernimiento de los carismas
Discernir es, en cierto
sentido, interpretar.
Discernimiento de espíritus:
distingue qué es inspirado por el Espíritu Santo, por el enemigo o por la
naturaleza.
Tal discernimiento se refiere a
las inspiraciones que uno mismo recibe o también a las de otros.
Uno y otro pueden ser
realizados en forma individual, cuando el interesado juzga por sí solo o con la
ayuda de su director espiritual, y también en forma comunitaria, cuando cierto
grupo examina las gracias que uno o todos han experimentado.
Importante: el discernimiento
debe siempre estar sujeto al discernimiento doctrinal y ser confirmado por los
frutos. Debe está de acuerdo con la sana doctrina de la Iglesia. Los frutos
vienen a confirmar si este carisma es verdadero. Si este carisma lo hace crecer
en oración, en compromiso con la comunidad, amabilidad, paciencia, tolerancia…
y todos los demás que habla Gál. 5.
Cuando se dice discernir
espíritus se alude a Dios, al demonio y a veces al psiquismo humano.
La doctrina sobre el
discernimiento de los carismas que Pablo presenta en estos capítulos, la
sintetizó Pablo VI en un discurso de clausura de un congreso mundial de la Renovación Carismática ,
el 1 de mayo de 1975.
Allí el Papa Pablo VI, nos
recuerda esta triple primacía:
a) Primacía de la Verdad doctrinal (revelada en las Sagradas
Escrituras y enseñada por la
Tradición ).
b) Primacía del bien común.
c) Primacía del amor.
El sacerdote jesuita, P. Alberto Ibáñez, nos habla de una
preparación del que va a discernir:
-
Tener ortodoxia y solidez de doctrina dogmática, moral y mística.
-
Sentido común, prudencia, capacidad de conciliar lo místico con lo
pragmático.
-
Libertad de esclavitudes: egoísmo, respeto humano, complejos,
ansiedades, fanatismo…
-
Familiaridad en el trato con Dios.
-
Práctica en el ejercicio de discernimiento. Conviene aprender a
describir lo que uno experimenta: apuntes espirituales, examen o evaluación
personal, cuenta de conciencia, discernimiento comunitario…
-
La experiencia aumenta la capacidad de discernir. Hasta los
Apóstoles tuvieron que adquirir la destreza para discernir la voz de Dios a
costa de pruebas y errores.
-
Comprensión de los otros, con cierta capacidad, no sólo para entender,
sino hasta para vivir lo que nos cuentan.
-
Lectura de místicos católicos (San Juan de la Cruz , Santa Teresa de Ávila,
Santa Catalina de Siena, Santa Teresita de Lisiux…).
-
Modestia: no siempre se logra certeza en la evaluación de las
gracias ni en la interpretación de los mensajes
Criterios de discernimiento:
-
No suprime la conciencia.
-
Tiene un sello sagrado que lo distingue de lo meramente
psicológico.
-
Tiende a fines sobrenaturales, no a saciar curiosidad o los deseos
morbosos.
-
Se centra en Jesús y lo glorifica (1Cor 12,3; Jn 16,13s; Ap
19,10).
-
Está en conformidad con la revelación bíblica (Dt 13,2-6; Gal
1,8).
-
Coincide con el Magisterio eclesiástico.
-
Renueva el mensaje de Cristo que es, inseparablemente, muerte y
resurrección.
-
No busca ventaja personal del que ejercita.
-
Hace crecer a la comunidad en fe y en amor (1Cor 14,4).
-
Produce libertad interior, consuela y anima, da vida.
-
Produce los frutos del Espíritu (Gál. 5,22ss).
-
Convierte a los pecadores (Jr 23,22; 1Cor 14,24s)
-
Despierta persecución por parte de los que no creen, los pecadores
(Mt 13,57; 23,34s; 1Pe 4,14).
-
Es confirmado a veces por otros signos del poder divino.
Como discernir que carisma tengo?
a) Deseo sobrenatural
Es el primer signo, o sea una vocación que a veces puede llegar a
la conciencia de un llamado. Uno siente un deseo desinteresado (basado en la
gloria de Dios o en una necesidad objetiva), prudente, moderado, ese deseo
sobrenatural sí puede ser signo de una naciente vocación para tal o cual
ministerio.
b) Fe carismática
Acá es diferente de la fe teologal. Es el fundamento de otros
carismas. Está relacionado a una CONVICCIÓN y UNCIÓN, de que el Espíritu viene
en ayuda de mi espíritu. Es una convicción concreta, interior de que Dios
quiere y puede ahora usarme para eso.
c) Ejercicio adecuado
“Que cada uno ponga al servicio de los demás los carismas que ha
recibido” (1Pe. 4,10).
Los carismas son facultades, capacidades, que tiene el Cuerpo de
Cristo, es decir la Iglesia.
d) Unción
Lo que diferencia una tarea humana de otra movida por el Espíritu
es precisamente la unción, o sea, la experiencia del Espíritu a través de los
frutos (Gál. 5,22ss).
e) Gozo
Cuando uno se realiza en su vocación, experimenta una satisfacción
que no es puramente humana, sino auténtico fruto.
f) Edificación común
Las operaciones pneumáticas son manifestaciones de la acción
divina para la edificación de la
Iglesia.
g) Discernimiento de otros
Aunque yo crea que se han dado todos los signos mencionados, será
de gran provecho contar con el discernimiento de otros.
Después de la oración conviene realizar discernimiento
comunitario, para que todos crezcan y reconozcan los ministerios que el Señor
les está concediendo.
h) Mandato
Cuando ejerzo un carisma, se convierte en operación, que debe ser
discernida por otros, como hemos visto. Al repetirse, se convierte en
ministerio, que requiere el mandato.
Este mandato parece tan obvio que San Pablo argumenta: “¿Cómo
predicarán si no son enviados?”(Rom. 10,15).
Los que tienen carisma de liderazgo, por ejemplo, tiene que estar
sometido también a un mandato.
Es lógico distinguir los ministerios confiados por ordenación o
delegación, como el de catequista, lector o ministro de la eucaristía. El
Concilio Vaticano II reconoce esta diferencia, (LG 4), pero también los
segundos los subordina a la jerarquía.
8.
La preeminencia del amor (1Cor. 13)
El amor es el más importante de
todos los carismas. A él es dedicado todo un capítulo (1Cor 13). El amor es
quien posibilita la comunión entre los diferentes carismas.
BIBLIOGRAFIAS CONSULTADAS Y
SUGERIDAS PARA PROFUNDIZAR EN EL TEMA:
1. EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS, La Biblia. San Pablo,
30º. Edición, Madrid, 2008.
2. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
3. UNIÓN CON DIOS POR LA ORACIÓN , Comunidad de
Convivencias con Dios, Tomo I: oración ordinaria y carismática, editorial
Convivencias con Dios, Buenos Aires, 2009.
4. IBÁÑEZ, Alberto. LENGUAS I: QUÉ
ENSEÑA SAN PABLO, Convivencias con Dios, 4ª. Edición, Buenos Aires, 2005.
5. IBÁÑEZ, Alberto. LENGUAS III:
PARA CRECIMIENTO PERSONAL, Convivencias con Dios, Buenos Aires, 2007.
6. IBÁÑEZ, Alberto. LENGUAS IV:
EXPLICACIÓN PSICOLÓGICA Y MÍSTICA, Editorial Lumen, Buenos Aires, 1996.
7. FALVO, Serafino. EL DESPERTAR
DE LOS CARISMAS, Comunidad María Mediadora, 2007.
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