CARACTERÍSTICAS
HUMANAS DEL SERVIDOR DE CRISTO.
P. JOHN MARIO
MONTOYA, Eudista.
El Servidor de
los Grupos de Oración debe tratar de cumplir con las características que lo
cualifican para prestar un servicio más eficaz a sus hermanos. Estas
características las dividiremos en dos: Las humanas y las Evangélicas. No
quiere decir esto que lo humano y lo cristiano sean dos elementos separados del
ser integral, se trata mas bien de una ayuda pedagógica para lograr profundizar
en una realidad.
La madurez cristiana es la
plenitud del ser humano y sólo se es plenamente madurado cuando se es
plenamente cristiano. Sin embargo para hacer fácil nuestro estudio,
profundicemos en primer lugar en las características humanas de un servidor
maduro:
I. El servidor
maduro vive de convicciones.
Vivir de
convicciones quiere decir empeñarse en la realización de una obra o de un
proyecto sin desanimarse por las dificultades o adversidades que surjan en el
camino; esto implica no vivir sólo de impresiones pasajeras que lleven altibajos
y desánimos. Se trata de ser uno mismo a pesar de las presiones sociales y de
las críticas de los demás. Hay que tener en cuenta no confundir convicción con
terquedad. Quien tiene convicción acepta los cuestionamientos y es capaz de
cambiar si se da cuenta que está equivocado. En una palabra: se trata de ser
coherente. Actuar de acuerdo con lo que se piensa, predicar y aplicar.
2. El Servidor
maduro es realista consigo mismo.
Muchas
personas se desesperan y angustian porque asumen compromisos que nunca podrán
cumplir, esto se debe a que no saben hasta dónde llegan sus capacidades y
posibilidades reales. Un servidor realista consigo mismo conoce bien sus
límites y sus posibilidades, sabe qué puede hacer y qué no puede hacer.
Quizás el
servidor eficaz no es el que trata hacer muchas cosas, sino el que hace bien lo
que toca hacer. Para eso se necesita un continuo proceso de autoconocimiento
que lleve al servidor a saber quién es, qué hacer y hacia donde se dirige.
El Señor Jesús ayudará al
servidor en este proceso, pues Él continuamente está ejerciendo una labor
sanadora en el corazón.
Ahora bien, solamente quien
se autoconoce y es realista consigo mismo puede decir "si" o
"no" como recomienda el mismo apóstol San Pablo (2 Cor. 1,17s). Así
el servidor podrá comprometerse de una manera verdadera con aquello que sabe es
capaz de realizar.
3. Capacidad de
trabajar en equipo.
El servidor de
un grupo de oración es capaz de trabajar con otros hermanos, cuidando de no
caer en la tentación de manipular a los demás o de dejarse influenciar por no
tener criterios propios.
Es por esto
por lo que en la
Renovación Carismática Católica usamos poco la palabra
"líder", que puede dar la impresión de ser una persona de quien los
demás dependen y siguen, pero quien no aprende de los otros.
El servidor trabaja
en equipo porque sabe que El Señor ha sembrado su riqueza en cada uno de los
hermanos y es preciso descubrirla para descubrir las bendiciones de Dios.
El servidor que
trabaja en equipo abandona la imagen de un servir "Todero": que
"todo" lo hace: Toca la guitarra, dirige la oración, predica,
organiza el sitio de reunión, habla en lenguas y las interpreta, profetiza,
etc., etc. Si se cuenta con un equipo se debe aprender a delegar funciones y a
confiar que Dios actúa en cada persona para bien de toda la comunidad.
Al trabajar
en equipo se puede discernir con mayor facilidad cual es la voluntad del Señor
para un momento determinado del grupo y así puede haber menos equivocaciones. Un
servidor maduro y que aprende a trabajar en equipo puede convivir y fraternizar
con otros, aunque estos tengan diferente pensamiento; más aún, es capaz de
vivir en situaciones de tensión y conflicto sin perder la serenidad. Igualmente
acepta con madurez que los grupos humanos, y la Iglesia es uno de ellos,
necesitan de ciertas normas para su normal desenvolvimiento; por lo tanto no ve
en las normas ni un fin en sí mismo, ni una camisa de fuerza, ni un obstáculo,
sino un medio para lograr un normal desenvolvimiento del grupo, entendiendo,
claro está, que el ser humano siempre está por encima de cualquier norma.
4. El servidor maduro
entiende que todo el proceso de maduración se realiza a través de períodos
difíciles llamados crisis. Estos períodos consisten en etapas de la vida que se
deben ir madurando; en cada etapa se realiza una revisión y una síntesis de los
valores que animan dicha etapa para purificarlos dejando así todo aquello que
no sea coherente con el proyecto personal de vida. La crisis no es pues otra
cosa que la transición de una etapa a otra.
No hay que perder nunca de
vista que este proceso debe realizarse con alegría y entusiasmo, aún en medio
del dolor.
Quiere decir esto que es
necesario conservar siempre el sentido del humor, no como la capacidad de hacer
reír a otros, sino ante todo como la capacidad de ver el lado positivo de todas
las cosas, aún de aquellas que parecen negativas y destructivas, ¿acaso Dios no
dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman?
5. Un hombre que
ama a Dios, un hombre que se apasiona por Dios, un servidor es un amante de
Jesucristo, es un amante de Dios.
No vale la
pena tener servidores impasibles, que no son capaces de emocionarse por Dios.
Un servidor es un hombre que ama a Dios, así desde el Antiguo Testamento; es un
hombre que se entrega a Dios, que no guarda para sí nada; que comprende que
Dios es su tesoro que le debe llenar totalmente el corazón; que Dios es la
brújula de su vida, que Dios es el imán que le puede atraer plenamente y le
puede conducir, porque es como el pastor que tiene un cayado para guiarlo y que
no lo traiciona y que está dispuesto a dar la vida para defenderlo.
6. Un servidor
es el que se siente colaborador con Dios, que trabaja hombro a hombro con Él,
que comprende que Dios tiene necesidad de nosotros y nosotros tenemos necesidad
de Dios.
Puesto que
esos verbos, esas acciones se realizaban en Moisés; Abraham, David y, sobretodo
el pueblo de Israel pensaba, suspiraba que se realizasen plenamente en un
hombre que habría de venir un día al que ellos esperaban como se esperaba a un
Mesías, a un hombre que ellos, en el lenguaje poético y profético de la
escritura, llamaban el Siervo de Dios, el servidor por excelencia, y ése fue
Jesucristo, el Señor.
De manera que si un siervo,
un servidor, estamos buscando nosotros para que nos indique cómo se puede pasar
de la servidumbre al servicio, ese ser, ese servidor lo tenemos plenamente en
el Señor Jesús, él que tomó forma de siervo, él que se anonadó por nosotros;
ése es el servidor, en el cual nosotros toda la vida deberíamos estar pensando;
a él deberíamos estar invocando, a El deberíamos decir que El tiene que ser el
modelo de lo que podríamos ser nosotros, si realmente queremos llevar el título
de servidores de una Iglesia que se está renovando. Lo que Jesús, Siervo de
Dios hizo por nosotros, eso, él quiere que nosotros lo vivamos, que nosotros lo
asumamos, que nos parezcamos a El. .
(Nuevos Pentecostés)
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