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miércoles, 1 de agosto de 2012

"BIENAVENTURADOS LOS QUE SUFREN y LLORAN" ... (Mt. 5.5)


"BIENAVENTURADOS LOS QUE SUFREN y LLORAN" ... (Mt. 5.5)

CHELO LOSADA

Voy a deciros unas sencillas reflexiones desde la experiencia del dolor y del sufrimiento propios, en mi cuerpo y en mi espíritu.

En mi cuerpo soy casi una enferma crónica. El haber pasado diez veces por el quirófano y el tener un tumor en la columna me da la experiencia de mi incapacidad y mis limitaciones. Conozco también las incomprensiones, los desprecios, las burlas, las mentiras y hasta las calumnias. Y por todo alabo al Señor.

La Renovación Carismática, que conocí hace dieciocho años, me ha dado -a través del ministerio de intercesión- la gracia de conocer y experimentar en el corazón el dolor de los demás.

Mi primera reflexión es:

Aprended a ver todo lo que ocurre a vuestro alrededor, no sólo lo malo, sino lo hermoso y lindo que existe en la vida.

Aprended a oír y descubriréis, también, sonidos armónicos que se contraponen a los que producen las guerras y odios.

Hablo para los que tenéis fe, pero a lo mejor llega también a algunos que viven en "crisis", que no creen en nada y dudan de todo.

Hay algo que aterra casi siempre y es la muerte. He visto a toda una familia hundida por la muerte de un ser querido: llanto sin cesar, angustias, desesperación, y... hasta, a veces, el deseo de suicidio.

He visto la muerte de un joven y toda su familia seguir viviendo y trabajando, luchando, porque al que se fue le hubiera gustado verlos así. Un mismo hecho produce situaciones contradictorias. Decidíos por ser valientes y animosos. No deis nunca paso a la desesperación.

Una segunda reflexión.

No llores ni te aflijas por penas que pasan. Todo en esta vida pasa. Nuestra vida tiene un fin. Acabamos aquí para empezar allá, en el lugar de la justicia, de la paz y de la eterna felicidad. No temas las injusticias de los hombres, las guerras, las desgracias... TODO PASA. Si esperas el BIEN TOTAL sufrirás aquí de otro modo.

Mi tercera reflexión seria:

No le eches la culpa de tus males a Dios, ni siquiera al "destino" (?) que lo dispone así. Casi todos los males vienen por el pecado del hombre: el mal uso de la salud, la droga, el sexo... ¡vive tu vida en orden! Que tu mente y tu voluntad dominen tus instintos y serás mucho más feliz. Así evitarás grandes e irreparables sufrimientos.

Te preguntarás. ¿Y los males que produce la naturaleza: terremotos, tifones, inundaciones...? En todo esto sobre todo para los que no tienen fe existe un misterio. Hay una "economía de Dios" que no coincide con la nuestra en el gobierno del mundo. Lo que para nosotros aparece como un desastre y desorden, no lo es en el PLAN DE DIOS, porque a través de éstas realidades "negativas", persiste siempre el AMOR DE DIOS que sabe conducirnos hacia Él, incluso a través del dolor.

Para JESÚS no hay contradicción entre sufrimiento y felicidad. Por eso dice: "Dichosos los que ahora lloráis porque reiréis" (Lc. G;21).

Los criterios del mundo no son éstos, pero sufrimiento y felicidad no son incompatibles, ni se excluyen entre sí. He conocido un inválido total que siempre estaba rodeado de jóvenes que acudían a él. Siempre tenía una sonrisa y un sabio consejo para "los problemones" de chicos y chicas que sólo veían sufrimientos y penas. Él era feliz e irradiaba paz y felicidad. Teresa de Lisieux decía: "Amar, sufrir; siempre sonreír",

El amar y ser amado es la explicación de que el sufrimiento pueda no sólo ser aceptado, sino incluso deseado. El amor "hermosea" todo dolor y sufrimiento. Es verdad que el amor en este mundo, lleva con frecuencia una carga de dolor, pero aún así, es manantial de felicidad.

La Cruz es hermosa porque es el signo y la prueba del Amor que Dios nos tiene. "Porque tanto amo Dios al mundo que dio a su HIJO único para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn. 3, 16) y también "Un hombre no puede dar mayor prueba de amor que entregar su vida por sus amigos" (Jn. 10,13).

En este mundo siempre el dolor está encadenado con el amor.

En el infierno sólo hay sufrimiento y no hay amor.

En el cielo sólo hay amor sin sufrimiento alguno.

Tampoco la "alabanza" se opone a la experiencia del dolor. Alaba a Dios en todo momento. "Bendice alma mía al Señor y no olvides sus muchos beneficios" (Sal. 103, 1-2), porque también el sufrimiento puede ser la expresión del amor de Dios, un beneficio suyo que nos hace superar el propio dolor.

Decálogo del sufrimiento.

1.- Con sufrimiento aceptado hay progreso y perfección. Quien aprende a sufrir aprende muchas cosas.

2.- Con sufrimiento aceptado se pueden comprender muchas cosas. Se dilatan los corazones nobles y se encogen los corazones egoístas.

3.- Con sufrimiento esforzado se forjan voluntades de temple recio, capaces de todo. Con él se han formado los grandes hombres y los santos.

4.- Padres y educadores no evitéis el sufrimiento en todo a vuestros hijos y jóvenes. Enseñadles a que aprendan a superarlo.

5.- El sufrimiento nos hace más comprensivos y más aptos para la convivencia y la solidaridad.

6.- El sufrimiento es el mejor maestro para quien anda en la escuela del dolor.

7.- El sufrimiento nos concentra e interioriza.

8.- El sufrimiento nos da la visión verdadera del mundo, de las personas y de las cosas.

9.- El sufrimiento nos da "autoridad morar' para saber imponernos en las cosas más difíciles. Ante la autoridad del que sabe sufrir y callar por amor todos se rinden.

10.- El sufrimiento nos hace buscar lo trascendente, nos hace buscar a Dios. Alguien decía "sea mil veces bendito el sufrimiento que me ha acercado a Dios".

Jesús proclamó las bienaventuranzas no como mandamientos, sino como normas de vida que conducen a la felicidad.

La vía de las bienaventuranzas coincide con la línea recta que señala los mandamientos de su ley.

LAS BIENAVENTURANZAS SON LOS MODOS DE ALCANZAR LA FELICIDAD. VIVE SU ESPÍRITU Y SERÁS FELIZ.

Mi experiencia es que sufrir, cuando se lucha contra el mundo, merece la pena. Soy feliz y deseo que tú también lo seas. Díselo - mejor aún: muéstraselo- a los que te rodean.


("Nuevo Pentecostés" nº 42)

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