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viernes, 23 de diciembre de 2011

"DIOS QUIERE NACER EN EL PÉSEBRE DE TU CORAZÓN"


Allá En El Pesebre

Allá en el pesebre, donde nace Jesús,
La cuna de paja nos vierte gran luz;
Estrellas lejanas del cielo al mirar
Se inclinan gozosas su lumbre a prestar.

Pastores del campo, teniendo temor,
Cercados de luz y de gran resplandor,
Acuden a prisa buscando a Jesús,
Nacido en pesebre del mundo la luz.

Extraño bullicio despierta al Señor,
Mas no llora el Niño, pues es puro amor,
¡Oh vélanos, Cristo Jesús, sin cesar!
Y así bien felices siempre hemos de estar.

Querido Hermanos y amigos:

En estos días ya tan cercanos a nuestra fiesta más bella, la Natividad de Nuestro Salvador, no nos dejemos encandilar por luces que ciegan el sentido de lo que debemos celebrar, pero si dejemos que nuestros corazones se alumbren por la estrella que anuncia la llegada del amor.
Recordemos como sucedido el más hermoso de los acontecimientos, la Natividad del Redentor.

En los tiempos en que César Augusto era emperador romano y al mismo tiempo que Cirenio era gobernador de Siria y con el fin de saber cuanta era la población de sus dominios desde Roma se ordenó un censo. Lo dispuesto por las autoridades de esa fecha fue que todos los habitantes tenían que inscribirse en sus ciudades de origen, es decir mandaba a que cada cual fuese al pueblo donde había nacido para ser empadronado.

Así fue como todos acudieron a su ciudad para inscribirse, teniendo que trasladarse en algunos casos a otros lugares alejados. José, esposo de María, era de la casa de David que era de Belén en Judea, sin embargo el vivía en Galilea, para ser más preciso en la Ciudad de Nazaret, entonces ellos tuvieron que viajar a su pueblo originario para inscribirse en el censo.

Nazaret era un pueblo emplazado en un escarpado monte, quizás caracterizado por sus casitas blancas, construidas con piedra y enlucidas de cal. Por aquella época tenía unos 120 habitantes, y aproximadamente 30 casas.

No era una ciudad importante, si un humilde pueblo ignorado por muchos hombres, pero no por Dios, ya que en el comienza la historia del Hijo de Dios, Jesús de Nazaret.

Para llegar a Belén desde Nazaret, hay que pasar por las tierras de Samaria y luego pasar por Jerusalén, la distancia que ellos recorrieron era aproximada a los 130 kilómetros, por caminos agrestes, y deben haber tardado unos 10 días, Maria estaba en cinta, y ya nos podemos imaginar lo agotador de un viaje de este tipo para una mujer con nueve meses de embarazo.

Entonces María estaba muy próxima a dar a Luz cuando llegaron a Belén, nuestro Padre quiso que allí se cumplieran para María los días del alumbramiento.

Mucha gente había llegado a Belén y no había sitio para alojamiento, entonces alguien de buen corazón les presto un lugar en el que comían algunos animales domésticos, para que allí se protegieran, es decir se alojaron en un establo, el que recordamos hoy como un pesebre.

Y en ese lugar, quiso Dios, que María diera a Luz a su hijo primogénito. El Salvador de los hombres no nació en ningún palacio, ni en una cama especial, por esa razón luego de nacer y cubrir al niño con pañales, se le acostó en un humilde pesebre.

Como ese era un sitio para los animales, había muchos pastores por aquel lugar, estos velaban y guardaban vigilias en las noches por sus rebaños. Mientras así sucedía, un ángel del Señor se presentó ante ellos, por cual fueron sorprendidos y maravillados, porque la gloria del Señor los rodeó de resplandor. Como es natural en estos casos, en un instante ellos tuvieron un cierto temor, pues aún no sabían que hermosura había tenido suceso por ese lugar.
Pero el ángel les tranquilizo, y dulcemente les dijo, Pastorcillos, no temáis, porque les doy muy buenas noticias, estas son de gozo, entonces les traerá mucha alegría, además esta será para todo el pueblo. Ellos, sin dejar a un lado la sorpresa, escucharon atentamente al ángel, quien les dijo luego; hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.

Unos a otros se miraban los pastores, preguntándose a si mismo, el significado de esta grandiosa noticia. Así es, como el ángel les dijo; esto les Servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Aún no salían de su asombro, cuando de repente Apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y Decían:

¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad!

Entonces aconteció que, cuando los ángeles se fueron de allí al cielo, los pastores tomaron la decisión de ir a ver cual era la maravilla que se les había hecho saber. Así es como se acercaron hasta aquel lugar donde había sucedido tan hermosa natividad, y ver con sus ojos lo que el Señor les había dado a conocer.

Los pastores se apresuraron, y nada los detuvo hasta llegar a un establo, tradicional lugar cubierto en el que se encierra y se guarda el ganado. Tímidamente, pero decididos, se asomaron y hallaron a María y a José, y al niño recién nacido acostado en el pesebre.

José, hombre de buen corazón, les dio la bienvenida, y los hizo pasar, María, como siempre con su dulce mirada, les sonrió para que se sintieran en confianza, así, ellos se acercaron. Ellos a su vez, le dieron a conocer lo que les había sido dicho acerca de este nacimiento por el ángel.

Todos pusieron mucha atención al relato de los pastores, así es como al oír tan bellas expresiones se maravillaron. Además los pastores comentaron con gran detalle todo los que les había sucedido. Sin embargo, María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su Corazón.

Así es como los pastores, se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y por todo cuanto habían visto, tal como a ellos se les había dicho.

Así es como aconteció la natividad de nuestro Salvador, en un pesebre, en un establo.

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