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martes, 24 de abril de 2012

"Algunos carismas más habituales"


                                                 Algunos carismas más habituales

                                                                                                                                     Ceferino SANTOS, S.J.

"Los carismas son dones gratuitos que la asamblea cristiana reconoce como recibidos del Espíritu a través de uno a otro de sus miembros, con el propósito de edificar la comunidad fraterna, célula del Cuerpo de Cristo. Como su raíz griega indica (Jairo: alegrarse y Jaris: gracia), los carismas alegran a los que ejercen y a los que los acogen. Cada asamblea recibe sus propios carismas, pero muchos se encuentran habitualmente en la mayoría de los grupos carismáticos.

Recordemos algunos de estos carismas más comunes." (B.-V-Aufauvre: Qui fera taire le vent? París, Desclée, 1988, p.8).

Algunos hablan de carismas ordinarios (ningún carisma del Espíritu es ordinario); tal vez sean menos llamativos que otros, pero hasta los carismas más sencillos son don precioso de Dios para su Iglesia.

Otros los llaman carismas naturales, porque en ellos Dios utiliza la base de nuestra manera de ser y nuestras aptitudes para su manifestación y para el provecho de otros, sin una intervención llamativa del Espíritu. El Concilio Vaticano II los llamaba, en oposición a los carismas extraordinarios, los carismas "más sencillos y comunes" (Lg 12).

CARISMA DE ACOGIDA: No se trata sólo de un comportamiento social acogedor ni de disposiciones naturales que hacen decir de una persona: es muy acogedora. No se trata de una técnica psicológica. Este carisma manifiesta al acogido por medio del Espíritu que es Cristo quien le acoge a través del otro. El que tiene este carisma hace percibir por la acción del Espíritu, con un gesto, una palabra o un comentario breve, la acogida misericordiosa de Cristo al que se presenta, aunque sea como el leproso del evangelio o un publicano. El que tiene este carisma de acogida hace perceptible la actitud misericordiosa y penetrante de Cristo con relación a los más pequeños y humillados. Es un carisma necesario en los pastores y en numerosos miembros de la asamblea, que hace sentirse bien a los que llegan a una reunión y a gusto para ejercitar con libertad los carismas que se reciban.

CARISMA DE ALABANZA: Uno puede alabar a Dios en su grandeza, en su santidad, en su esplendor y en sus obras magníficas en el secreto de su corazón. Cuando esta alabanza interior del corazón se manifiesta externamente ante la asamblea por moción del Espíritu Santo, puede convertirse en un carisma para el provecho y el crecimiento espiritual de muchos. Todos estamos llamados a alabar al Señor, por más que las nubes de la tribulación nos lo oculten. Cuando lo hacemos públicamente en una asamblea con todo nuestro ser: con la inteligencia que utiliza las expresiones de la Escritura santa, con la voluntad que proclama las grandezas del Señor, con la boca que proclama sus maravillas, y con los brazos que se alzan en alto para anunciar la gloria de nuestro Dios, es que el Espíritu Santo está alabando en nosotros carismáticamente. Sin este carisma de alabanza, la gente no se lanza a proclamar espontáneamente las grandezas de Dios en público. Y, cuando los atribulados alaban a Dios con fuerza, se convierten en un testimonio edificante para los que los oyen.

CARISMA DEL CANTO: No basta ser un músico competente y dominar la técnica interpretativa de una partitura o de un instrumento musical para tener el carisma del canto. El buen cantor o músico puede conseguir que le admiremos por su ejecución. El que ejerce el carisma del canto permite al Espíritu que lo utilice para que la asamblea sienta la manifestación de la presencia del Señor en lo más profundo del corazón, mucho más allá de la sensibilidad estética. "El amigo del esposo, escucha la voz del Esposo y se alegra al oírla" (Jn 3,29).

No importa que el canto sea interpretado o de libre improvisación, más o menos perfecto musicalmente. Lo que importa es que el Espíritu Santo lo utiliza para manifestar la actuación de Dios con claridad de frutos espirituales. ¡Cuántas veces hemos visto a un cantante utilizar el carisma del canto orando por los otros, intercediendo ante Dios, cantando las alegrías de la salvación y de los dones de Dios!

CARISMA DE ENSEÑANZA: Es una manifestación del Espíritu por la que uno trasmite las doctrinas de Jesús y nos recuerda lo que Él nos dijo (Jn 14,16) con una luz en lo alto, que ilumina nuestros espíritus, nutre nuestras almas y toca nuestros corazones con una fuerza, que no proviene del estudio teológico ni de la claridad lógica ni de la perfección del lenguaje del que habla. Se trata de enseñanzas que provienen más de la inspiración del Espíritu Santo que de nuestro talento. "El que reciba el carisma de la enseñanza, ejercítelo enseñando" (Rom 12,7).

Una señora que no ha estudiado nunca teología, puede hablar de la mujer adúltera del evangelio de forma que toque los corazones de los oyentes de modo que vean con claridad que Dios les llama a una nueva conversión. " ¿Cómo puede hablar con esa sabiduría, si no ha estudiado" (Jn 7,16). Un teólogo puede hablar de la parábola del sembrador con ideas que jamás había encontrado en los comentarios exegéticos, pero que tocan la realidad espiritual más profunda de los que le escuchan: " ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lc 24,32). El carisma de la enseñanza fomenta la unidad de fe y amor en las comunidades cristianas. No proviene de la ciencia ni del estudio teológico; viene más de una inspiración del Espíritu, que ilumina la mente del que habla y toca los corazones de los que escuchan. El Espíritu Santo nos puede hablar de modos inesperados con el carisma de enseñanza.

CARISMA DE CONSUELO: No se trata de un alivio puramente humano y psicológico que un buen comunicador transmite a una persona afligida, sino de una suave y manifiesta actuación del Espíritu de Dios en alguien que sufre por mediación de un hermano/a, que transmite por una palabra, un gesto, una sonrisa, una oración, o una frase de la Escritura una mejoría carismática al triste, que llora en su corazón y en su vida A veces, basta pronunciar una frase de la Biblia: "Ten valor y firme corazón. Espera en el Señor" (SI 27,14), y cesa el raudal de lágrimas y de gemidos del atribulado. Otras veces, una breve oración por el que sufre le proporciona un alivio inesperado. El Señor es nuestro consuelo profundo y radical y sabe calmar al corazón afligido de múltiples maneras. Este carisma aparece con frecuencia en la intercesión por los atribulados.

CARISMA DE COMPASIÓN: Por este carisma, la compasión de Cristo se transmite al desesperado y sin ánimos, de modo eficaz y carismático por palabras, por lágrimas de compasión, por gestos de sintonía con el que sufre, que inspira el Espíritu Santo y no la carne ni la sangre. Por el carisma de compasión, Cristo hace nuestro corazón semejante al suyo para que transmita su ternura y su misericordia, con las que llama a la conversión, construye y edifica a la comunidad cristiana.

CARISMA DE EXHORTACION: El que recibe el carisma de la exhortación, lo ejerce exhortando (Rom 12,8). En las asambleas o retiros Dios pone, a veces, en boca de un participante un don especial de exhortación inspirada para estimular a uno, a varios o muchos de los asistentes que comienzan a cansarse en el camino. Es verdad, que a veces la profecía adopta la forma de "estímulo" (paráklesis), como recuerda San Pablo: "El que profetiza habla a los hombres para su edificación, su estímulo y su consolación" (1 Cor 14,3). Puede decir ocasionalmente un profeta una palabra de exhortación, sin que esto excluya que alguien pueda tener un don especial para exhortar sin ejercer el don de profecía ni en su forma ni en su tono.

CARISMA DE MISERICORDIA: En mi opinión este carisma, es hermano gemelo del carisma de compasión. Tal vez, la pequeña diferencia resida en que, según San Pablo, ha de ejercitarse con gozo: "El que ejerce el carisma de la misericordia, hágalo con jovialidad" (Rom 12,8d). En cambio, el carisma de la compasión puede practicarse "llorando con los que lloran". Pero la misericordia, que se viviese con tristeza, adustez y mal ceño, sin jovialidad y sin ternura alegre, dejaría de ser carisma de misericordia y no manifestaría bien la actuación bondadosa del Espíritu de Dios.

LOS CARISMAS SENCILLOS: ASISTENCIA, COMUNICACIÓN DE BIENES, ETC.

Podría alargarse la lista de los carismas sencillos y poco llamativos que construyen en la caridad, en la oración y en la unidad. También podría reducirse su número. Albert Vanhoye escribía que "el que consuela, el que reparte y el que ejerce la misericordia (Rom 12,8) están en relación con el carisma de asistencia (antilempseis)" en la primera carta a los Corintios;. Bajo el nombre de carisma de ayuda podrían incluirse los carismas de consuelo, compasión y misericordia. También podríamos diferenciarlos: "Luego el don de asistencia y de gobierno" (1 Cor 12,28c) , escribe San Pablo. No se trata nunca de carismas pequeños; merecen ser tratados aparte, pues tienen una importancia grande para la construcción de la Iglesia. El don de asistencia en una Madre Teresa de Calcuta ha tenido un impacto evangelizador de alcance mundial. El carisma de ayuda se extiende a toda clase de socorro a los necesitados: comida, bebida, vivienda, educación, sanidad, trabajo, vida espiritual, etc.

Dentro de este campo, San Pablo concreta el carisma de la comunicación de bienes: "El que da (metadidous), con sencillez" (Rom 12,8). El Espíritu Santo mueve a compartir con los demás todo tipo de bienes recibidos de Dios: materiales, intelectuales, espirituales. Se trata de vivir aquellas palabras de Cristo: "Mayor felicidad tiene el que da que el que recibe" (Hch 20,35). Cristo nos dio todo: su tiempo, su amor, su poder y su vida.

No olvidemos que estos carismas que llamamos sencillos y pequeños tienen fuerza para cambiar el mundo.



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