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miércoles, 25 de julio de 2012

"BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS POR QUE ELLOS ALCANZARAN MISERICORDIA " (Mt. 5,6.)



"BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS POR QUE ELLOS ALCANZARAN MISERICORDIA " (Mt. 5,6.)

P. EUSEBIO MARTINEZ, O.P.

1. Dios es amor misericordioso.

El amor de Dios a los hombres es el modelo de la misericordia de los hombres con los hombres. La experiencia de la misericordia de Dios en el pueblo hebreo ha sido una vivencia constante. La historia que funda y reconoce Israel es una serie de acontecimientos marcados por la intervención de Dios para liberarle, darle poder, perdonarle, guiarle hasta la tierra prometida. El pueblo de Dios ha constatado en su historia el tener a Dios entrañablemente, con el corazón desplegado a su lado, en todos los eventos de su azarosa vida.

. Para el israelita piadoso, en los gestos misericordiosos de Dios, se ponía de manifiesto la actualización de la alianza de Dios con su pueblo, recordándole su olvido de las condiciones que le ligaban a la alianza. Las gestas de Dios en su favor, particularmente en los momentos críticos de su historia, con la conciencia de pecado o de ruptura con la alianza, originaban una súplica de perdón y una conversión de corazón a las condiciones pactadas con el Señor de su historia. Así la intervención misericordiosa se manifiesta como un acto decisivo de la gracia por el cual el hombre es salvado. Las vicisitudes de pobreza, miseria, esclavitud, pecado..., en vez de ser signos de fracaso y muerte, eran signos de volver a ponerse en camino y de acción de gracias. "Ten piedad de mí, oh Dios, según tu misericordia, por tu inmensa ternura borra mi pecado" (Sal. 50,3s). "Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia" (Sal. 107,1).

. En el juicio de Dios con su pueblo rebelde termina imponiéndose la misericordia. Por ello "David prefería caer en las manos de Yahveh, porque es grande su misericordia, antes que en las manos de los hombres" (2 Sam. 24,14).

Aunque Dios no pase la esponja por el pecado, dejando que el hombre experimente sus consecuencias, su palabra definitiva es la misericordia. "Su corazón se revuelve dentro de él, sus entrañas se conmueven y decide no dar ya desahogo al ardor de su ira" (Os. 11s.).

. La expresión última y definitiva de la ternura de Dios con los hombres es su único Hijo, hecho semejante a nosotros, experimentando nuestras limitaciones, sufriendo, conmoviéndose con el dolor humano, hasta sus últimas consecuencias. Dolor físico y dolor moral, que le hizo llorar y sudar sangre. Tan grande ha sido y es la misericordia de Dios con el mundo, que entregó como víctima a su propio Hijo para liberamos del pecado y de la muerte. Jesús es el rostro visible de la misericordia del Padre.

. La misericordia de Dios se manifiesta preferentemente con los más necesitados, pobres, enfermos, pecadores... Luc. 4,18; 7,22. Recordemos también las tres parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la moneda perdida y, sobre todo el hijo pródigo. Luc., 15. En esta última parábola, cuando el hijo, derrotado por sus propios instintos descontrolados, consciente de su fracaso y pecado, volvía a la casa de su Padre, "estando él todavía lejos, le vio su Padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente... Traed aprisa (no le quería ver mal vestido y fracasado) el mejor vestido, vestidle, ponedle el anillo (como la firma oficial de la casa) en su mano y unas sandalias en los pies..." (Luc. 15,20 ss.). El Padre nunca pudo olvidar su condición de Padre, sus entrañas para expresar su amor, su misericordia, sus brazos siempre. Están abiertos para abrazar a su hijo perdido, que había perdido la condición de hijo. Dios es "padre de las misericordias" (2 Cor. 1,3; Sant. 5,11).

2. El ejercer la misericordia es una condición para entrar en el Reino.

Recordemos la parábola del siervo sin entrañas. El Señor se había compadecido de él, dejándole en libertad, perdonándole una gran suma de dinero, diez mil talentos. Sin embargo, este siervo, nada más ser perdonado, se encontró con un deudor que le debía una cantidad pequeña de dinero, cien denarios, y no fue capaz de perdonarle. Fue condenado por ello. "Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?.. Y le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano" (Mat. 18,23 ss). Hablando Mateo del amor a los enemigos, termina diciendo "Vosotros, pues sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto", (Mat. 5,48). En el lugar paralelo Lucas dice "Sed compasivos (misericordiosos) como vuestro Padre es compasivo". Cuando Mateo habla del juicio final, a la vista del Hijo del hombre, los que han practicado las obras de misericordia escucharán esta sentencia: "Venid benditos vosotros desde la creación del mundo" (Mat. 29, 34ss.).

3. ¿Cómo podemos ser misericordiosos en esta cultura dominante que nos toca vivir hoy en España? ¿Cómo expresar nuestra misericordia, venciendo obstáculos personales y culturales de nuestro entorno?
          . En primerísimo lugar, es un don que Dios ofrece a los que Él ha llamado para ser sus hijos, para reproducir en nosotros la imagen de su Unigénito, expresión visible de toda su misericordia. Por ello debemos de pedir al Señor que podamos experimentar su misericordia en nosotros (amar como Él nos ha amado) y que podamos ser misericordiosos con nosotros, perdonándonos (porque si no nos perdonamos es imposible experimentar toda la misericordia de nuestro Padre), y con los demás, particularmente con los pobres y con nuestros enemigos. La misericordia lleva consigo un negarse a sí mismo, un darse incondicionalmente, y esto no es posible sin la ayuda de la gracia divina, porque normalmente repugna a nuestro natural narcisismo, a nuestra natural y necesaria autoestima la negación de nosotros mismos. Sin una gracia especial para el ejercicio de la misericordia, podemos solucionar, de algún modo necesidades ajenas, ayudar a los pobres personalmente o luchando contra estructuras que engendran pobreza, por un sentimiento de filantropía, pero negarse a sí mismo, dándose (no sólo dando cosas o nuestro tiempo y habilidades), es prácticamente imposible, porque peligra nuestra autoestima natural y necesaria.

Para el discípulo de Cristo las obras de misericordia no son fruto de cualidades personales o de opciones individuales, sino del ser misericordioso. Este modo de ser dimana de la conversión, la cual normalmente presupone experiencias "tumbativas", no "lights" o someras, de la misericordia de Dios en nosotros. Contra esta experiencia de misericordia, la cultura actual opone una ética fundada en la autonomía del sujeto -(es lo moderno)- que termina fundando su comportamiento en su gusto personal, disolviendo toda conciencia de pecado.

. Otro factor a tener en cuenta es que la misericordia exige estar entrañablemente unido a quien es objeto de nuestra misericordia. Los problemas del pobre así, me comprometen; el mal ajeno me conmueve, porque percibo en el otro al ser amado, a alguien entrañablemente querido por mí. A esta unión fraternal cristiana se opone en nuestra cultura moderna el individualismo, que funda su razón de bien en el bienestar individual. En esta cultura la unión con otra persona está basada fundamentalmente en la "química" pasajera, que potencia enormemente el deseo.

. Finalmente la expresión de la misericordia surge de un memorial histórico (la Pasión, Muerte y Resurrección), definitivo signo de la misericordia; cuyo recuerdo hace brotar en el cristiano el vínculo esperanzador que nos une a nuestro Señor y hermano mayor, y a todos los hombres. La fidelidad a este memorial, a esta alianza definitiva e histórica hace brotar la misericordia, modelada en aquel que realizó el memorial histórico. A esta experiencia se opone la cultura moderna que, para existir, para impulsar el progreso, disuelve las otras culturas y liquida la historia, porque lo otro es mejor que lo dado.

¡Felicitaciones a los misericordiosos, porque ellos serán salvados por la misericordia! .

         ORACIÓN Y PREDICACIÓN EXPONTÁNEA III

                                                    

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