COMUNIDAD DE BUENA NUEVA.RCCE

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viernes, 5 de octubre de 2012

TALLER: Dones, carismas y fenómenos concomitantes.

TALLER: Dones, carismas y fenómenos concomitantes.
Me gustaría partir de una metáfora: la del banquete, de la mesa, de la comida. Formar es alimentar. Nosotros nos alimentamos en el cuerpo, y nos alimentamos en el alma también. La misma importancia que tienen los alimentos para el físico, tienen la formación para el espíritu. Por eso, me gustaría presentar este taller, como un banquete siendo ofrecido. No es con ninguna intención de imponer, sino de ofrecer una mejor formación para nuestra pastoral.
Trabajaremos fundamentalmente sobre la Primera Carta de San Pablo a los Corintios (Capítulo 12 al 14). “Con relación a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que ustedes vivan en la ignorancia” (1Cor. 12,1) (Leer: 1Cor. 12,1-26).
San Pablo, luego al principio del cap. 12 de la Carta a los Corintios manifiesta su preocupación con respeto al tema. Dedica una larga enseñanza sobre estas manifestaciones del Espíritu.
1.      Aclaración previa:
Importante hacer una aclaración: una cosa son los dones del Espíritu, que conocemos y son enumerados ya en el libro de Isaías, que son siete (sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios). Otra cosa son los carismas, estas gracias especiales de las cuáles nos habla San Pablo, y otra cosa son los frutos del Espíritu, que también nos enumera San Pablo, en Gal 5 (caridad, gozo, paz, paciencia, mansedumbre, bondad, benignidad, longanimidad, fe, modestia, templanza, castidad), como consecuencia de la acción del Espíritu en nosotros.
2.    Algunas definiciones importantes:
Es importante antes que nada definir lo que son estos tres términos,  a los cuáles se refiere San Pablo: ministerios, carismas y operaciones. Son correlativos, a semejanza de la Trinidad. Es decir están correlacionados entre sí.
a)    MINISTERIOS: son funciones o servicios que los distintos miembros del Cuerpo Místico de Cristo ejercen para prolongar la misión de Cristo el Servidor de Dios. Ejemplo: ministerio de música, de evangelización, de liturgia, etc… En todas estas funciones se manifiesta la prolongación de la misión de Cristo. Hablamos también del ministerio sacerdotal: la prolongación del ministerio de Cristo en la persona del sacerdote, el ministro ordenado.

b)   CARISMAS: son dones o capacidades que el Espíritu Santo derrama para que podamos ejercer los ministerios. En sentido estricto son las gracias que el Espíritu libremente nos va dando para ordenar al Cuerpo de Cristo nuestras aptitudes; en sentido más amplio incluye estas aptitudes. Ejemplo: no es suficiente saber tocar un instrumento musical, es necesario la ayuda de estas gracias para poder ejercer con mayor unción tal ministerio. Estas gracias, estas capacidades, que llamamos carismas, nos viene a tornar aptos para tal servicio.

c)    OPERACIONES: son actos producidos al ejercitar los ministerios. Como el Padre obra una continua creación, las operaciones son manifestaciones del poder del PADRE. El carisma en acción: profetizar, orar en lenguas, interpretar, etc…

Así como los ministerios están sometidos a la autoridad de los pastores, los carismas están sometidos a su discernimiento. Este discernimiento pasa por la persona, por los pastores, por la comunidad.
3.     La finalidad de los carismas:
-         Manifestar la acción de Dios; “es el mismo Dios es el que obra todas las cosas en todos”. (1Cor. 12,6.)
-         Realizar la Evangelización del mundo;
-         Edificar la Iglesia;
-         Perfeccionar a los cristianos;
-         Liberar de las opresiones y necesidades.

4.    Clasificación de los carismas:
            Los carismas y sus correspondientes operaciones son innumerables. Los clasificaremos según el triple ministerio de Cristo:
Sacerdote: cuya operación genérica es bendecir al pueblo en nombre de Dios y a Dios en nombre del pueblo.
Profeta: cuya operación genérica es transmitir el mensaje divino.
Rey: “servidor de todos”, cuya operación es organizar la comunidad.

            Vale resaltar que el sacramento del Bautismo nos hace: sacerdotes, profetas y reyes. Por el sacramento del Bautismo, nosotros somos sumergidos en Cristo, recibimos su vida, somos constituidos hijos de Dios (hijos en el Hijo).
            Profeta: Transmitir el mensaje

Carismas relacionados a este ministerio:
Apostolado: 1 Cor 12,28; Ef 2,20; 4,11.
Evangelización: Ef 4,11; Hch 21,8; 2 Tm 4,5.
Magisterio: 1 Cor 12,28; Ef 4,11; Rm 12,7.
Palabra de sabiduría: 1 Cor 2,6.7; 12,8; Ef 1,8.17; Col 1,9; 2,3; 3,16; St 1,5; 3,17; Mt 16,16.17; Hch 6,8-10.
Palabra de conocimiento: Rm 15,14; 1Cor 1,5; 8,1.7-11; 12,8; 13,2.8; 14,6; 2Cor 2,14; 4,6; 6,6; 8,7; 11,6.
Profecía: Hch 13,1-3; 21,10-14; Ef 2,20; 4,11; Rm 12,6; 2Pe 1,21.
Exhortación: Rm 12,8; 1Cor 14,3; 2Cor 1,4.
Revelación:  2Cor 12,1.7; Gal 1,12; Ef 1,17; 3,3; Ap 1,1.
Visión: Hch 2,17; 9,10; 10,3; 11,5; 16,9; 18,9; 26,19.
Sueño: Mt 1,20; 2,12;
Discernimiento: 1Cor 2,10-15; 12,10; 14,24-29; 1Jn 4,1-8; Mt 16,15-23; Jn 1,47; Hch 5,3-4; Gal 2,9.

1.      Sacerdote: Expresar bendición
Carismas relacionados a este ministerio:
Fe carismática: Mt 9,22; 17,20; 21,21; 1Cor 12,9; 13,2; 2 Cor 4,13-18.
Prodigios (signos, milagros): 1Cor 12,10.28; Hch 19,11.12.
Transfiguración (resplandor, aura): Ex 34,29-35; 2Cor 3,7-18; Mt 17,2; Hch 6,15.
Estigmas: Gal 6,17; Flp 3,10 (metafóricamente)
Levitación: 2Re 2,3.5.10.11.16; Sir 44,16; Mc 16,19; Lc 24,51; Hch 1,9-11.
Bilocación: 1Cor 5,3s; Gal 12,2s; Col 2,5; Ap 1,10; 4,2; 17,3; 21,10.
Inmunidad: Mc 16,8; Mt 4,6; Lc 10,19; 1Cor 13,3.
Sanidades (interior o física): Mc 3,15; 5,30; 16,18; 1Cor 12,9.28.
Expulsar demonios: Mt 7,22; Mc 3,15; 16,17; Lc 9,1.49; Hch 19,12-19; St 4,7.
Derramar Espíritu: Hch 8,18-20; 9,17; 19,6; Rm 1,11; 1Tm 4,15.
Provocar descanso en el Espíritu: Mt 17,6; Lc 9,32s; Hch 9,4; 22,7; 26,14; Jn 18,6; Mt 28,4; 1Sam 19,19-24; Mc 9,26.
Bendecir: Lc 10,5s; Ef 4,29; Hb 11,20.21; Nm 6,27; 22-24; 2Cro 30,27.
Maldecir: 2Re 1,10; Lc 9,54; 1Cor 5,5.
Glosolalia (Orar en lenguas): 1Cor 12,10.28; 13,1.8; 14,2-40; Rm 8,15.26.27; Jdt 20; Hch 10,46.
Cantar en el Espíritu: 1Cor 14,15; Ef 5,19; Col 3,16.
Balbuceos, gemidos (lenguaje emocional): Rm 8,15.23.26; 1Cor 14,14.
Profetizar en lenguas: 1Cor 14,5.6.9.26.27; Hch 2,4.15-18; 19,6.
Interpretación: 1Cor 12,10.30; 14,5.13-17.26-28.
2.    Rey: organizar la comunidad
Carismas relacionados a este ministerio:
Presidir (pastorear, conducir): Ef 4,11; Rm 12,8; 1Cor 12,28; 1Tm 4,13-16.
Ayudar (servir): Rm 12,7; 1Cor 12,28; Hch 6,3.6.
Administrar: Rm 12,7; 1Cor 12,28.
Dar (distribuir): Rm 12,8.13; 1Cor 12,28; 13,3.
Hospedar: 1Pe 4,9.10; Rm 12,13.
Liberar: Lc 1,68-75; 4,18; Juec 2,16.18; 6,14-18; 15,14-20.
Virginidad (continencia): 1Cor 7,7-9.17.40; Mt 19,11.12.
Paternidad (matrimonio): 1Cor 7,3-17.
Martirio: Mt 10,16-20; Lc 12,11.12; 21,13-19; Jn 15,20-27; 2Cor 1,4-7; 4,7-12; 6,4-7; 1Pe 4,13.14.
Amor carismático: Jn 17,21; 15,26-27; 13,35; 1Pe 4,8-11; 1Cor 12,31 – 14,1.

5.     Fenómenos concomitantes:
Fenómeno: es el aspecto que las cosas ofrecen ante nuestros sentidos; o sea el primer contacto que tenemos con las cosas, lo que denominamos experiencia. Concomitante: que acompaña, colabora. En este caso, fenómeno concomitante, es lo que acompaña la gracia del Espíritu Santo. Una metáfora que nos puede ayudar a entenderlos: el vaso de agua. Esta agua puede estar tibio, caliente, frío… El agua seria la gracia. El fenómeno el estado de esta agua, como ella se presenta. En el caso de la acción del Espíritu: sentir escalofríos, calor en las manos u otra parte del cuerpo, el descanso, las lágrimas, la danza, el canto, sería el fenómeno.
Y lo principal son los frutos que estos dejan: amor, gozo, paz, paciencia, mansedumbre, bondad… (Gál 5,22-23).

6.     Algunos carismas en particular:
Don de lenguas

San Pablo nos dice: "Nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables”. (Rom 8,26).
Es conocido también como Glosolalia. Consiste en una especial unción que nos incita a expresar las maravillas de Dios, no en forma racional, sino como si estuviera embriagados (borrachos). (Hech 2,4; 2,13; 1 Cor 14,2.14.15).
Pablo nos recomienda no extinguir ese carisma. (1Cor 14,5.26). La epístola recalca que éste es un don que puede llegar también a principiantes y estimula a que busquen otros dones más importantes, en particular la interpretación y la profecía (12,31; 14,1.4.5.13).
Consiste en una expresión de una vivencia sobrenatural al nivel de espíritu. Supone, el experiencia interior.
Se da en un estado de abandono espiritual, el sentimiento de dependencia absoluta de toda la vida, para con el Ser divino.
Cuando nosotros oramos en entendimiento, por lo general nosotros pedimos por lo que queremos. Cuando oramos en lenguas, el Espíritu ora por lo que realmente nos hace falta. Dios conoce nuestras necesidades más profundas.
San Pablo, aunque nos dice que el carisma de lenguas es el más pequeño de entre todos los demás, aconseja que se ejercite. Dice: “Deseo que todos hablen en lenguas”. Después sigue: “No prohíban hablar en lenguas” y “no extingan el espíritu”.

Es bueno usar este carisma:
-         Cuando queremos levantar el nivel de nuestra oración;
-         Cuando no encontramos palabras para adorar a Dios, o para expresar todo lo que tenemos en el corazón;
-         Cuando estamos especialmente contentos, como efusión de nuestra vitalidad interior;
-         Cuando intercedemos por alguien, para que la oración sea según Dios, pues muchas veces no sabemos;
-         Cuando nos encontramos en tentación.
Descanso en el Espíritu

Presupone, por lo común, una experiencia de Dios, breve quizás pero bien lúcida. Esto provoca debilitamiento momentáneo de las fuerzas físicas, como si toda la atención quedara ocupada en disfrutar de una “presencia” suave y extraordinaria con una cierta impresión de pesadez. Lo importante es una unción penetrante de paz y dulzura. Se trata, pues, de un pequeñísimo toque místico, una gracia de tipo extático, que no supone ningún alto nivel espiritual ni antes y ni después. Pero, por cierto, suele provocar notables frutos: liberación, sanación, conversión, revelación de misterios o de problemas de infancia olvidados, luz para penetrar la Escritura y la fe cristiana, etc. Estos frutos son la piedra de toque para discernir esta manifestación del Paráclito.
“Cuando el sujeto se prepara para incorporarse de nuevo, sobreviene a veces una pesadez acentuada, muy de paso, como si el cuerpo estuviese pesado o entumecido. En efecto si el sujeto se propone de verdad levantarse, puede hacerlo sin mayor problema; pero de ordinario tendrá deseo de prolongar esta especie de quietud y pasividad”.

La danza en el Espíritu

La danza es un modo natural de celebrar algo y expresar emociones o ideas, viviéndolas con un grado de intensidad suma.
Es vivir la experiencia de David ante el arca (1Sam 6,5-21). La liturgia nos invita con los salmos: “Alabad su nombre con danzas” (Sl 149,3), “Alabadlo con tambores y danzas” (Sl 150,4). Los judíos aún hoy lo hacen: sus bailes populares suelen dar realce a los salmos o canciones religiosas.
La danza en el espíritu supone un nivel mucho más unitivo, con un poco de la embriaguez del Espíritu Santo (ef 5,18s). Esta embriaguez espiritual lleva a gestos desacostumbrados y diversos. Unos, en la abundancia de su felicidad, se derraman en cantos y alabanzas a Dios. Otros derraman lágrimas de gozo. Algunos sienten en sus miembros un deseo impaciente de movimiento; no pueden quedar en su sitio: les hace falta correr, brincar, patalear, batir las manos.
Encontramos referencias a ella en místicos de todos los tiempos. San Basilio, Ricardo de San Victor, Santa Teresa de Ávila, etc.
San Basilio, célebre doctor del s. IV, en su famoso libro sobre el Espíritu Santo, menciona la danza como una gracia mística o pneumática. Dice: “Y así como los cuerpos brillantes y diáfanos, cuando los alcanza un rayo de sol se vuelven muy radiantes y por reverberación hacen brillar otro resplandor, así las almas portadoras del Espíritu y que son iluminadas por el Espíritu, se vuelven espirituales e irradian la gracia en los demás. De aquí: precognición de cosas futuras, conocimiento de misterios, comprensión de cosas ocultas, distribuciones de carismas, ciudadanía celestial, danza, alegría interminable, permanencia en Dios, y el más altos de los anhelos, volverse a Dios” (De Spiritu Sancto, 9,23).
Santa Teresa de Ávila (1515-1582) tenía danza en espíritu. “La ternura y el gozo eran para Teresa manifestaciones tan puras del amor al prójimo y a Dios, que en las recreaciones la inflamaba a veces un ardor impetuoso y se ponía a bailar sin poder resistir el impulso del espíritu, dando vueltas y palmadas, como David ante el Arca de la Alianza; al verla, todas la imitaban, en un arranque de  gozo espiritual” (La vida de Santa Teresa de Jesús, de Marcelle Auclair).

La risa en el Espíritu:

Así como al canto en espíritu San Agustín lo llama jubilación, otras veces el júbilo sobrenatural puede desahogarse en risas u otras explosiones equivalentes. Es manifestación de gozo, fruto del Espíritu.
Es una risa diferente, que sale de dentro, como el canto en espíritu; tiene fuerza interior”.
Este tema podemos encontrarlo en muchos autores místicos.
-                        El Papa S. Gregorio Magno (muerto en el 604), comentando esta expresión de Job, nos describe el júbilo como gracia mística: “Se llama júbilo cuando es concebido por la mente un gozo inefable, que no puede esconderse ni expresarse con palabras y que – sin embargo – se manifiesta por ciertos movimientos aunque no se describa con propiedad” y más adelante repite lo mismo: “Se llama jubilación cuando la alegría del corazón no es plenamente expresada por la eficacia de las palabras, pero de algunos modos manifiesta un gozo de quien goza ni puede ocultar ni expresar totalmente” (Moralia in Job XXIV, XXVIII).
-                        Ricardo de San Victor (muerto en 1173): “el canto de jubilación, es semejante al balbuceo del ebrio, representa la elevación del alma a la bienaventuranza” (Sermons et opuscules inédtits).
La verdadera risa en el espíritu suele desembocar en alabanza ferviente o en adoración silenciosa. A veces vienen mensajes divinos expresando la ternura de Dios, que nos ama como un papá a sus hijitos.

El canto en el Espíritu

Viene a ser una modalidad de la oración en lenguas. Hay gente sin oído musical, que no se atreverían cantar en castellano, pero son embargo, entonan muy bien afinados esta salmodia pneumática.
Suele ser algo muy hermoso, que alienta quienes la viven y a quienes las oyen.
-         Se experimenta una infinita liberación interior y se deja suelta la imaginación e inventiva musical, que juega, salta y danza y se expansiona en ese lenguaje musical amoroso, sin mirar si lo observan, si hay personas delante, si lo juzgan… como un verdadero enamorado.
-         Se siente una seguridad grande de ser escuchado y comprendido por el mismo Dios que está inspirando su “espíritu de canción”.

Si uno nuevo escucha a otros que cantan en espíritu, se aconseja que cierre los ojos, deje la mente en blanco pero centrada en Dios, y se deje embargar por esa experiencia celestial.


El crecimiento de los carismas:
Los carismas están llamados a crecer con el ejercicio. “El plan de Dios es que todo crezca en nosotros. Cuando termina el crecimiento empieza a obrar la muerte. También los carismas deben crecer, mediante nuestra colaboración. Un carisma es siempre perfecto en sí, pero su mayor o menor manifestación dependerá de nuestra correspondencia”, afirma Mons. Alfonso Uribe Jaramillo, colombiano, que escribe con frecuencia sobre este tema.

7.     El discernimiento de los carismas

Discernir es, en cierto sentido, interpretar.
Discernimiento de espíritus: distingue qué es inspirado por el Espíritu Santo, por el enemigo o por la naturaleza.
Tal discernimiento se refiere a las inspiraciones que uno mismo recibe o también a las de otros.
Uno y otro pueden ser realizados en forma individual, cuando el interesado juzga por sí solo o con la ayuda de su director espiritual, y también en forma comunitaria, cuando cierto grupo examina las gracias que uno o todos han experimentado.
Importante: el discernimiento debe siempre estar sujeto al discernimiento doctrinal y ser confirmado por los frutos. Debe está de acuerdo con la sana doctrina de la Iglesia. Los frutos vienen a confirmar si este carisma es verdadero. Si este carisma lo hace crecer en oración, en compromiso con la comunidad, amabilidad, paciencia, tolerancia… y todos los demás que habla Gál. 5.
Cuando se dice discernir espíritus se alude a Dios, al demonio y a veces al psiquismo humano.
La doctrina sobre el discernimiento de los carismas que Pablo presenta en estos capítulos, la sintetizó Pablo VI en un discurso de clausura de un congreso mundial de la Renovación Carismática, el 1 de mayo de 1975.
Allí el Papa Pablo VI, nos recuerda esta triple primacía:
a) Primacía de la Verdad doctrinal (revelada en las Sagradas Escrituras y enseñada por la Tradición).
b) Primacía del bien común.
c) Primacía del amor.

El sacerdote jesuita, P. Alberto Ibáñez, nos habla de una preparación del que va a discernir:
-         Tener ortodoxia y solidez de doctrina dogmática, moral y mística.
-         Sentido común, prudencia, capacidad de conciliar lo místico con lo pragmático.
-         Libertad de esclavitudes: egoísmo, respeto humano, complejos, ansiedades, fanatismo…
-         Familiaridad en el trato con Dios.
-         Práctica en el ejercicio de discernimiento. Conviene aprender a describir lo que uno experimenta: apuntes espirituales, examen o evaluación personal, cuenta de conciencia, discernimiento comunitario…
-         La experiencia aumenta la capacidad de discernir. Hasta los Apóstoles tuvieron que adquirir la destreza para discernir la voz de Dios a costa de pruebas y errores.
-         Comprensión de los otros, con cierta capacidad, no sólo para entender, sino hasta para vivir lo que nos cuentan.
-         Lectura de místicos católicos (San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Santa Catalina de Siena, Santa Teresita de Lisiux…).
-         Modestia: no siempre se logra certeza en la evaluación de las gracias ni en la interpretación de los mensajes

Criterios de discernimiento:
-         No suprime la conciencia.
-         Tiene un sello sagrado que lo distingue de lo meramente psicológico.
-         Tiende a fines sobrenaturales, no a saciar curiosidad o los deseos morbosos.
-         Se centra en Jesús y lo glorifica (1Cor 12,3; Jn 16,13s; Ap 19,10).
-         Está en conformidad con la revelación bíblica (Dt 13,2-6; Gal 1,8).
-         Coincide con el Magisterio eclesiástico.
-         Renueva el mensaje de Cristo que es, inseparablemente, muerte y resurrección.
-         No busca ventaja personal del que ejercita.
-         Hace crecer a la comunidad en fe y en amor (1Cor 14,4).
-         Produce libertad interior, consuela y anima, da vida.
-         Produce los frutos del Espíritu (Gál. 5,22ss).
-         Convierte a los pecadores (Jr 23,22; 1Cor 14,24s)
-         Despierta persecución por parte de los que no creen, los pecadores (Mt 13,57; 23,34s; 1Pe 4,14).
-         Es confirmado a veces por otros signos del poder divino.

Como discernir que carisma tengo?

a)    Deseo sobrenatural
Es el primer signo, o sea una vocación que a veces puede llegar a la conciencia de un llamado. Uno siente un deseo desinteresado (basado en la gloria de Dios o en una necesidad objetiva), prudente, moderado, ese deseo sobrenatural sí puede ser signo de una naciente vocación para tal o cual ministerio.

b)    Fe carismática
Acá es diferente de la fe teologal. Es el fundamento de otros carismas. Está relacionado a una CONVICCIÓN y UNCIÓN, de que el Espíritu viene en ayuda de mi espíritu. Es una convicción concreta, interior de que Dios quiere y puede ahora usarme para eso.

c)    Ejercicio adecuado
“Que cada uno ponga al servicio de los demás los carismas que ha recibido” (1Pe. 4,10).
Los carismas son facultades, capacidades, que tiene el Cuerpo de Cristo, es decir la Iglesia.

d)    Unción
Lo que diferencia una tarea humana de otra movida por el Espíritu es precisamente la unción, o sea, la experiencia del Espíritu a través de los frutos (Gál. 5,22ss).

e)    Gozo
Cuando uno se realiza en su vocación, experimenta una satisfacción que no es puramente humana, sino auténtico fruto.

f)     Edificación común
Las operaciones pneumáticas son manifestaciones de la acción divina para la edificación de la Iglesia.

g)    Discernimiento de otros
Aunque yo crea que se han dado todos los signos mencionados, será de gran provecho contar con el discernimiento de otros.
Después de la oración conviene realizar discernimiento comunitario, para que todos crezcan y reconozcan los ministerios que el Señor les está concediendo.

h)   Mandato
Cuando ejerzo un carisma, se convierte en operación, que debe ser discernida por otros, como hemos visto. Al repetirse, se convierte en ministerio, que requiere el mandato.
Este mandato parece tan obvio que San Pablo argumenta: “¿Cómo predicarán si no son enviados?”(Rom. 10,15).
Los que tienen carisma de liderazgo, por ejemplo, tiene que estar sometido también a un mandato.
Es lógico distinguir los ministerios confiados por ordenación o delegación, como el de catequista, lector o ministro de la eucaristía. El Concilio Vaticano II reconoce esta diferencia, (LG 4), pero también los segundos los subordina a la jerarquía.

8.    La preeminencia del amor (1Cor. 13)
El amor es el más importante de todos los carismas. A él es dedicado todo un capítulo (1Cor 13). El amor es quien posibilita la comunión entre los diferentes carismas.

BIBLIOGRAFIAS CONSULTADAS Y  SUGERIDAS PARA PROFUNDIZAR EN EL TEMA:
1.      EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS, La Biblia. San Pablo, 30º. Edición, Madrid, 2008.
2.    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
3.     UNIÓN CON DIOS POR LA ORACIÓN, Comunidad de Convivencias con Dios, Tomo I: oración ordinaria y carismática, editorial Convivencias con Dios, Buenos Aires, 2009.
4.    IBÁÑEZ, Alberto. LENGUAS I: QUÉ ENSEÑA SAN PABLO, Convivencias con Dios, 4ª. Edición, Buenos Aires, 2005.
5.     IBÁÑEZ, Alberto. LENGUAS III: PARA CRECIMIENTO PERSONAL, Convivencias con Dios, Buenos Aires, 2007.
6.     IBÁÑEZ, Alberto. LENGUAS IV: EXPLICACIÓN PSICOLÓGICA Y MÍSTICA, Editorial Lumen, Buenos Aires, 1996.
7.     FALVO, Serafino. EL DESPERTAR DE LOS CARISMAS, Comunidad María Mediadora, 2007.

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