COMUNIDAD DE BUENA NUEVA.RCCE

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miércoles, 17 de octubre de 2012

"LA COMUNIDAD, EL AUTÉNTICO DON"






En la mañana del domingo, nuestro obispo Don Bernardo, en una reflexión profunda, animaba a todos los presentes en la XX Asamblea Regional de la Renovación Carismática Católica, a interiorizar y profundizar en las enseñanzas recibidas de la mano del padre Kelly; asimismo, con pausa y detenimiento, volvía a recalcar que lo importante sucede en nuestros grupos de la renovación, cada semana, cuando nos reunimos en nuestras comunidades para orar y para reflexionar, cuando alabamos juntos, cuando con nuestro testimonio animamos a otras personas a vivir una fe viva, siempre eso si, preservando nuestra identidad como corriente de gracia, porque este es el único modo que conocemos para revelar de una manera plena,  qué es la R.C.C.

Así lo vivimos y lo creemos en nuestra pequeña comunidad de Buena Nueva. Cómo muchos grupos tenemos grandes necesidades pero como servidores de Cristo, intentamos paliar estas necesidades con grandes dosis de confianza en el Espíritu Santo, viviendo nuestro compromiso como servidores a favor del otro, de nuestros hermanos, porque creemos que ellos son el auténtico don que Dios nos ha dado. Trabajando siempre en equipo. No sabemos qué nos depara el futuro, a veces nos sentimos cansados, desilusionados, perseguidos, pero una fuerza sobrehumana nos anima a seguir en este camino. En ocasiones tenemos miedo o incluso nos sentimos incapaces de sobrellevar una carga tan pesada, pero aquí estamos. Sabemos que nos somos los mejores, que tenemos muchos defectos que el Señor tendrá que cambiar, pero en todos y cada uno de esos momentos o situaciones adversas, en nuestro corazón, sentimos que Dios está a nuestro lado, y esta certeza nos conforta y nos alienta a seguir con la mirada puesta en Cristo.

Como comunidad de la Renovación Carismática Católica, intentamos hacer realidad un modelo de comunidad viva, en la que la gracia de los carismas este presente en medio de nuestra oración personal y comunitaria. Creemos que este es el mejor momento para arriesgarlo todo a favor del Espíritu, porque solo si estamos dispuestos ha hacer realidad un modelo de espiritualidad tan exigente y a la vez tan revelador, continuamente renovado por la gracia del Espíritu Santo, conducido y liderado por el propio Espíritu que la concibió, seremos capaces de vivir una fe limpia, sobre la que no tendrán ninguna autoridad las fuerzas del mal que nos rodean y que a diario, sirviéndose de nuestras preocupaciones e inseguridades, pretenden robarnos la vida nueva que Jesús ganó para cada uno de nosotros.

Fe. Eso es lo que necesitamos para actualizar cada día en nuestra vida la gracia del bautismo, siendo generosos con el hermano, viviendo entregada y comprometidamente el servicio de los demás, experimentando el poder liberador de la oración. Un modelo de Renovación con visión de futuro, con capacidad para discernir y para guiar, que no dependa de la improvisación de unos pocos o el buen hacer de otros, en la que todos seamos testigos de un Cristo vivo y resucitado, en la que se nos note la alegría de ser hijos de Dios, porque hoy, como nos decía el padre Kelly tenemos que levantar la cabeza, porque oímos en nuestro corazón el mandato de Dios.

-¡Somos carismáticos!- Pues que se nos note,  por eso necesitamos experimentar en nuestra vida el liderazgo del Espíritu Santo, su fuerza, su sabiduría, su conocimiento, necesitamos profetizar, orar por los enfermos, recibir y actualizar nuestro bautismo de gloria, reinflamando la llama del don recibido.(2ª Timoteo 1, ver 6) Debemos vivir  como auténticos carismáticos.

Porque somos iglesia, porque formamos parte de ella, porque en Cristo yo tengo poder (CF Hec. 9, ver 31 al 43). Porque mi corazón reboza al Espíritu Santo, porque mi corazón no desea  vivir según mis mandatos, porque no desea vivir según mis intereses, sino que desea vivir según Dios me dice. Un corazón lleno del Espíritu Santo. Porque hemos recibido el Espíritu Santo al abrazar la fe (Hch 19,2).

Porque la humanidad necesita hoy de los signos poderosos de Jesús, porque necesita ver para creer, porque necesita tocar y sentir para creer que Cristo vive y está a su lado. Y si es así, hermano,  ¿qué haces ahí parado?

Y porque creo que cada uno es tierra reseca que el Señor ha de empapar de su conocimiento, de su sabiduría, de su amor a través de los hermanos que cada año predican la palabra de Dios en nuestras asambleas, porque creo que cada asamblea debe cambiar nuestra vida como mínimo “hacerla girar unos grados” en sentido contrario al que vamos, porque creo que la oración de tantos obra misteriosamente sobre quienes nos imparten esas enseñanzas, de quienes nos anuncian a Cristo, de quienes a través de la Palabra de Dios han de marcar nuestros pasos en el camino futuro, consolidando en nuestro interior la vivencia de una fe auténticamente carismática. Pero volviendo la vista atrás, al pasado más inmediato, hacemos memoria de las palabras que hace tres años fray Nelson medina nos comunicaba con la sana intención de discernir sobre nuestra realidad más inmediata: decia fray Nelson, aludiendo a la vida de nuestros grupos, “nuestros grupos están chuchumidos”, o como el año pasado, con Saulo Hidalgo, nos sentíamos como barro en manos del alfarero, y este año, especialmente este año, debemos apostar por Cristo y vivir como auténticos carismáticos en el ejercicio de los carismas recibidos.

Ojala hermano-na., en el año de la fe que comenzamos recientemente, el Señor te conceda un corazón célibe para Dios, mantenga tu animo intacto y te conceda el valor suficiente para arremeter contra cualquier tipo de injusticia o presencia del mal, un corazón fiel para la misión a la que Dios te llama. Un corazón como el de Francisco de Asís, desnudo de las realidades del mundo para vivir la plenitud del  amor de Dios.

Porque hoy debemos abrir nuestros corazones cerrados para experimentar en nuestro interior el poder de la oración de alabanza, sin temor, sin ataduras, experimentando en nuestro yo la sanación de nuestras heridas. Descubriendo en el cenáculo la alegría de llamarnos hermanos, experimentando la verdadera libertad, testimoniando el poder de Cristo en nuestra vida. Descubrir el auténtico don, la comunidad, y experimentar junto a ella el gozo de ser católicos, la paz y la certeza de llevar a Cristo en nuestro interior, y también, como no, el “orgullo” de considerarnos hijos suyos.

A todos, que Dios os bendiga.



                                               Genoveva. COMUNIDAD DE BUENA NUEVA.


                                                      

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